Juventud, desborde, un puñado de acciones geniales disponibles en YouTube, un traspaso millonario pagado por un club inglés… Marlos Moreno tiene todos los ingredientes de un fichaje estrella, esos que acaparan focos y alimentan la ilusión de los aficionados. Sin embargo, la realidad del fútbol ha condenado al colombiano a un papel secundario en sus primeras semanas en A Coruña. No empezará a jugar con regularidad con el Dépor hasta que esté en forma.
Los compromisos internacionales refuerzan el prestigio de cualquier profesional, pero lo cierto es que al ex de Atlético Nacional le están jugando en contra, al menos en cierto modo. Primero fue la Copa Libertadores que conquistó con su antiguo club, que retrasó en exceso su incorporación a la pretemporada del Deportivo. Mereció la pena por levantar un valioso trofeo; pero apenas iniciado su proceso de adaptación a su nuevo entorno, Marlos ha tenido que volver a ausentarse.
Ante la incredulidad del entrenador Gaizka Garitano, el habilidoso extremo fue convocado con la selección absoluta de Colombia para participar en dos citas oficiales durante los últimos días. El técnico del Dépor no comprendió que su colega José Néstor Pékerman se empeñase en echar mano de un futbolista en plena aclimatación y bajo de forma; y menos aún habrá entendido al ver que ha viajado más de 15.000 kilómetros para jugar apenas diez minutos.
Así las cosas, con los blanquiazules preparando su tercer partido de Liga, el atacante colombiano continúa lejos del nivel que necesita para competir en un torneo mucho más exigente que los que ha disputado en su breve trayectoria profesional. Marlos Moreno tiene por delante una larga travesía, mucho más dura que las que realiza para concentrarse con la selección de su país. Debe poner su físico a punto para demostrar por qué el Manchester City pagó 10 millones de euros por traerle a Europa; y por qué el Dépor insistió en ser su primer club en el Viejo Continente, aunque fuese por la vía de la cesión.