El regreso del Sporting a Primera División augura la disputa de enfrentamientos cargados de pasión, rivalidad y un ambiente especial provocado por el desplazamiento masivo de ambas aficiones.
El Sporting de Gijón certificó ayer su ascenso a la Liga BBVA, y con su regreso, los algo más de 250 kilómetros que separan A Coruña y la ciudad asturiana no serán un obstáculo para que Riazor y El Molinón vuelvan a llenarse de seguidores de los dos conjuntos, en encuentros que sin llegar a ser un derbi, sí se respira un ambiente especial.
En la retina de la hinchada deportivista estarán sin duda dos partidos de los jugados en los últimos años. El más reciente, el empate (1-1) conseguido en la 2013-2014 en la Liga Adelante con el tanto logrado tras un saque de esquina ejecutado por Salomão en la última jugada del encuentro y que tras un barullo en el área el esférico terminó colándose en la red. En ese campeonato, los herculinos lograron regresar a Primera de la mano de Fernando Vázquez.
Otro enfrentamiento que también tendrán guardado los aficionados coruñeses es el disputado en la campaña 2010-2011 y que terminó con los de Lotina en Segunda División. Los blanquiazules viajaron a Gijón con la necesidad de lograr los tres puntos para pelear la permanencia, y lograron adelantarse en dos ocasiones en el marcador por mediación de Adrián López. Sin embargo, una desastrosa labor del colegiado, que señaló dos penas máximas a favor de los locales -la primera inexistente y la segunda en el último minuto del choque- privaron al Deportivo de la victoria y finalmente de la salvación.