Salamanca y Gimnástica de Torrelavega, dos de los 15 apercibidos de descenso administrativo, perdieron la categoría hace tan solo un mes por impagos.
No se habla de otra cosa. Aficionados, jugadores y administrativos del Deportivo de La Coruña tienen marcado en el calendario el 31 de julio como fecha límite para alcanzar un acuerdo que contente a todas las partes. Aunque muchos no se tomaban en serio las amenazas sobre la pérdida de categoría a Segunda División B por impagos a la plantilla, las últimas advertencias de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) van más en serio que nunca, como demuestra la comparecencia ante los medios del núcleo duro del vestuario blanquiazul en la tarde de ayer.
Si todavía hay algún receloso incapaz de fruncir el ceño de preocupación, no hace falta ir demasiado lejos para encontrar un precedente pavoroso para los intereses de la entidad herculina. Y es que, tal día como hoy hace un mes, la RFEF decidió descender por impagos a la Gimnástica de Torrelavega y al Salamanca a Tercera División por unas circunstancias similares a las que en estos momentos atesora el conjunto presidido por Augusto César Lendoiro.
Si bien es cierto que de los 15 equipos amenazados con la pérdida de categoría solamente esos dos recibieron castigo, esto no es más que una muestra palpable de que las palabras de Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, no son de cara a la galería.
No obstante, el caso de la Gimnástica fue el más sangrante, ya que además de acumular una deuda de 273.000 euros, sus jugadores no ingresaban un céntimo en sus cuentas corrientes desde agosto de 2012. La condena ejemplarizante no se hizo esperar y la RFEF castigó a los cántabros con cinco años sin poder retornar a la categoría y, en caso de que lo consiguiesen, deberían presentar un aval de 400.000 euros, cifra nada desdeñable para la tercera competición nacional.
Obviamente, ambos casos están muy alejados de las circunstancias coruñesas, y a buen seguro que Lendoiro hubiese preferido contar con un apoyo como el de Andrés Iniesta, quien evitó el descenso a Tercera del Albacete al responsabilizarse de los 240.000 € adeudados, o incluso del Cádiz, denunciado por toda la plantilla a excepción de tres jugadores, pero que no tuvo problemas en pagar el último día tras cuadrar sus cuentas. Se solucione o no, queda patente que al lobo se le han visto las orejas.