Hay futbolistas que nos teletransportan a momentos y partidos concretos. A mí me pasa con Paulo Sérgio Rodrigues Teles (Funchal, 30 de marzo de 1993). Escucho su nombre y me acuerdo de aquel Teresa Herrera contra el Real Madrid. Es como si no pasaran los años, es como si aquel partido se jugase cada verano. Se lo cuento y me dice que, para él, hablar de aquel día, su debut con el primer equipo, es algo que jamás olvidará. “Cuando me metieron en el campo yo ya iba cansado de tanta emoción y de tanta alegría, parecía mentira aquel momento”, reconoce. Pero desde aquel partido ya han pasado casi cinco años, y los caminos, con el tiempo, se han ido separando. Entre otras cosas, Teles ha pasado por la Segunda B y el fútbol búlgaro hasta llegar a la situación actual: es agente libre.
Por poner en contexto a los más frágiles de memoria, el luso fichó por el Dépor en 2012. Llegó, procedente del Benfica, para el Fabril. Y un año más tarde, en agosto, ya estaba haciendo su estreno con los mayores. Fue el año del último ascenso. Y, aunque tímida, tuvo participación en la primera mitad de temporada. En la segunda, salió cedido al Guijuelo. Y al curso siguiente, el año entero, al Compostela. Fueron sus últimas apariciones siendo propiedad del Deportivo. En agosto de 2015 rescindió. Tomó “la peor decisión de mi vida”. Y se explica: “quien me estaba representando me hizo ver que fuera tendría una oportunidad, y me convenció para rescindir por interés suyo”.
Ese momento oscuro fue el inicio de una travesía por el desierto. Sin equipo, Teles pasó seis meses viviendo al sur de Santiago, desconectado del ruido, intentando recomponerse; hasta que apareció la opción del Lokomotiv Plovdiv. Era febrero de 2016 y Bulgaria parecía una buena opción para volver a arrancar. Pero tampoco sería fácil: en mayo, apenas tres meses después de firmar, la rodilla dijo basta y le volvió a trastocar los planes. Ese imprevisto hizo que se perdiese prácticamente toda la temporada siguiente. Estuvo casi 10 meses sin jugar.
El verano pasado, con el futbolista portugués ya totalmente recuperado, parecía el bueno, el definitivo. Pero surgió otro contratiempo: en noviembre volvió a parar. Y esta vez por petición propia. ¿El motivo? «Llevábamos meses sin cobrar, y estuve pagando de mi bolsillo todos los gastos de mi familia; allí no pagaban al día, solo cuando les apetecía. Decidí marcharme porque mi mujer se quedó embarazada y allí no podríamos quedar mucho más tiempo en esas condiciones», reconoce. «No ha sido fácil rescindir y llegar a un acuerdo», prosigue. Para intentar evitar su marcha, desde el Lokomotiv le propusieron a Teles algunas alternativas, la más llamativa «ser entrenador de las categorías inferiores». Un reto que decidió no aceptar viendo el panorama de aquel momento. «Primero la familia, y luego lo demás», afirma.
Cada vez que una etapa concluye hay que hacer balance. Y Teles se queda con lo positivo de Bulgaria. «Ha sido una época muy bonita, donde he jugado, he aprendido y he vivido una experiencia única y muy diferente a todas», asegura. Al mismo tiempo que dice que no tiene prisa por volver al verde si no se dan las condiciones necesarias: «he tenido ofertas de muy lejos y de ligas que no me interesaban«. Antes de sonreír y reconocer que su gran sueño es poder volver a la liga española, a A Coruña si es posible. «Sigo creyendo que volveré al Depor para triunfar». Para concluir con una frase que define sus últimos años, la lección que rescata de todo este tiempo: «De donde uno es feliz no se debe marchar jamás«.