Bancos, Hacienda, administradores, futbolistas, AFE y Lendoiro tienen que llegar a un acuerdo en el día de hoy si no quieren que el Deportivo descienda a Segunda División B.
Jorge García – Adrián Calviño | A Coruña
El Deportivo vivirá hoy el día más importante de los últimos 25 años. Los acuerdos, decisiones y firmas -o no- que se lleven a cabo durante esta jornada decidirán el futuro de la entidad blanquiazul. Ahora mismo, todo parece depender de lo que decida Augusto César Lendoiro, al que todos miran, al que todos señalan.
La administración concursal sacó a la luz a lo largo del día de ayer, y de acuerdo con los acreedores mayoritarios, una propuesta inicial de convenio escrita el 29 de julio en la que plantean una quita inicial del 33 por ciento sobre la deuda que suponen los créditos ordinarios y subordinados, así cómo ciertos créditos con Novacaixagalicia y la Agencia Tributaria, por lo que el montante total adeudado se vería reducida en 45 millones de euros. Además, para garantizar el equilibrio patrimonial de la entidad, propone AD CYREX la obligación de realizar una ampliación de capital de 27’5 millones de euros (1’5 correspondiente a capitalización de créditos de personal deportivo) antes del 30 de Noviembre de 2013, teniendo que ser ésta suscrita y desembolsada en un 25 por ciento antes del 30 Junio de 2015. De no cumplirse dicha ampliación de capital, la mencionada quita pasaría a ser del 50 por ciento. Y si la reducción de deuda se antoja vital, quizás lo sea todavía más los plazos en los que desembolsar las cantidades pendientes. Para ello, tendrá el Deportivo un plazo de 10 años en los que hacer frente a las cantidades pendientes.
En el caso de los jugadores, y pese a ser acreedores ordinarios, tendrían condiciones especiales. De forma inmediata cobrarían lo designado por el juez como crédito contra la masa -esto es, salarios a partir de la entrada en concurso- con parte del dinero que tiene el club gallego pero que, en estos momentos, se encuentra bloqueado -situación que cambiaría con la aceptación del convenio-. El resto de lo adeudado a los futbolistas, y aquí está la diferencia, no estaría sujeto a quita y sería dividido de la siguiente forma: el 70 por ciento de la cantidad en efectivo conforme al calendario de pagos ordinarios -esto es, a 10 años- y el 30 por ciento restante sería capitalizado, por lo que pasaría a conmutarse deuda por acciones de la sociedad dentro de la ampliación de capital.
En definitiva, los acreedores parecen tenerlo claro: ofrecen una quita del 33 por ciento, que no obligaría a abrir la sección de calificación (el mínimo es 33’3 por ciento) sobre la figura de Lendoiro y su consejo de administración -y las responsabilidades que ello conlleva-, a cambio de que el dirigente de 68 años deje vía libre para que otros se hagan cargo del club, pero las dos partes no concuerdan y se han mostrado inflexibles. Por otro lado, los jugadores, respaldados por la AFE, han mostrado predisposición a colaborar y no exigen cobrar todo lo que se les adeuda de forma inmediata, sino un convenio que garantice dicho cobro, en los plazos que sean necesarios.
Todo este ‘lío’ entre partes con intereses particulares tendría solución con paciencia y negociaciones, siempre y cuando hubiera tiempo para ello, algo que ahora mismo no existe. A pesar de que hace más de seis meses que se inició el proceso concursal, a menos de 24 horas para el 1 de agosto el Deportivo todavía necesita llegar a un acuerdo con sus futbolistas para asegurar los plazos de pago, para lo cual antes tiene que pactar dicho convenio con unos acreedores con los que, de momento, coincide muy poco en su punto de vista.
Con los bancos, Hacienda y los administradores unidos en una dirección, la pelota está en el tejado de Lendoiro. El presidente deportivista se reunió hasta la última hora del día de ayer para tratar de convencer en otra dirección al resto de las partes, pero no lo logró y parece complicado que los acreedores acepten un plan de viabilidad diferente al que han propuesto. En estos momentos, todo invita a pensar que, o el presidente firma y acepta marcharse, o no hay acuerdo y el Deportivo desciende a Segunda División B, una categoría en la que su futuro es totalmente inviable ante la falta de ingresos y que lo obligaría a la liquidación. El club ha querido aportar tranquilidad y ha mandando un comunicado en el que asegura que «se seguirá trabajando» para encontrar una solución. Sea como sea, el tiempo se ha echado encima y hoy es la última oportunidad para salvar al Deportivo.
La afición, cansada, pidió explicaciones y soluciones
La hinchada blanquiazul se dio cita a las 20:30 horas del lunes en la Plaza de Pontevedra, para exigir soluciones de cara a la continuidad de la actividad del club gallego, en una reunión que prometía ser otra de las grandes del deportivismo. Todos coincidieron en el mensaje que se pudo leer en una pancarta: «o noso amor non entende de categorías», pero no hubo acuerdo en a quién se le deberían pedir explicaciones.
La petición de dimisión del Consejo de Administración fue compartido tan solo por la mitad del millar de personas allí congregado, mientras el resto observaba. En un último intento para reavivar lo que, en principio, iba a ser una gran protesta, la afición cortó el tráfico y se situó frente a la sede del equipo al grito de «solución á nosa situación». Sin embargo, el acto duró apenas una hora y media, y los hinchas, ante esta situación y después de haber apoyado durante los últimos años en momentos imposibles, probablemente ya no tengan fuerzas para cantar y, mucho menos, para defender a una u otra parte. Lo único que quieren es que el Deportivo siga vivo.