El Informe Robinson que se estrenó hace una semana ha traído a la ciudad y a los medios de comunicación el recuerdo de la época dorada del club. Augusto César Lendoiro concedió una entrevista a Ídolos en la que rememora el histórico encuentro ante el Milan y la dolorosa eliminación de Champions ante el Oporto.
La remontada europea ante el Milan es considerada por muchos como una de las noches más históricas del conjunto blanquiazul. «Fue una cosa muy especial. Habíamos tenido la noche anterior la cena tradicional con el consejero delegado del conjunto italiano. El Mónaco acababa de eliminar al Madrid y ya se veían campeones de Europa, olvidándose de todo lo demás. Ese Dépor era capaz de todo. Marcamos goles rápido y la gente se enchufó. Terminó la primera mitad y los jugadores se marcharon corriendo al vestuario. Pasamos por encima del Milan y si hubiésemos necesitado algún gol más, lo habríamos logrado».
El ex presidente rememora una época increíble en lo que a resultados se refiere. Ese Dépor rozó la gloria en Europa, pero un fatídico partido ante el Oporto le dejó fuera de la final de la Champions League. «El arbitraje de Oporto fue nefasto. Sabían a lo que iban y fueron a por nosotros. Nos dieron hasta en el carné de identidad y no les sacaron ni una tarjeta. Era la época de Mourinho y el Oporto tenía un equipo muy trabajado. No era un grandísimo equipo, pero era difícil y correoso. La eliminatoria quedó muy condicionada por la expulsión de Andrade en una acción sobre Deco. Se la inventó el árbitro porque los dos jugadores eran íntimos amigos. Ya no pudo jugar en Riazor y nos costó la eliminación. El arbitraje influyó seguro. El Dépor no era un equipo de pedigrí y ese año se jugaba la Eurocopa en Portugal. Creo que eso jugaba un papel muy importante. Después yo conocía a Nuno Da Costa y es un tío curiosísimo, simpatiquísimo, peligrosísimo… Estoy convencido de que aquello no fue normal».
Lendoiro también confiesa otra anécdota curiosa en esta entrevista. «En los veinticinco años que fui presidente solo bajé al vestuario en una ocasión. Fue el día que ganamos al Espanyol y nos proclamamos campeones de Liga. Lo hice para que no nos pasara como el día del Valencia. Son momentos en los que a la gente le empiezan a temblar las piernas y decidí bajar al vestuario en un entrenamiento para decirles que tuvieran cuidado porque ya habíamos perdido una liga en el último encuentro y con mejor calendario. No sé si sirvió de algo pero a partir de ahí los resultados fueron mejores».