Tras llegar a A Coruña con 17 primaveras y un posterior viaje de ida y vuelta, Fabricio Agosto se ha erigido como uno de los actores protagonistas de la última campaña del Deportivo.
«Solitaria y desagradecida, pero a la vez, apasionante. Por eso estamos tan locos». Así concretó recientemente un buen amigo a un servidor la vida de un portero de fútbol vista por uno de ellos. Y es que cada partido, cada noventa minutos bajo los tres palos son una guerra de emociones, pero también una carrera de fondo para eludir las etiquetas. La de Fabricio ha durado casi diez años y, como en las mejores historias de superación, comenzó con un obstáculo inesperado cuando apenas había desembarcado en A Coruña: una fractura de tibia.
«Tenía 17 años y llevábamos sólo dos semanas entrenando. El comienzo no fue bueno, en parte por la lesión, pero ahí sacó todo el carácter que guarda dentro». Del cuarteto que abrazó la ciudad herculina por medio del convenio entre Deportivo y Vecindario, Aridane Cabrera es quien más horas pasó junto al actual inquilino de la meta blanquiazul, un vínculo que el actual punta del Tenerife desgranó para Riazor.org: «Somos amigos de toda la vida. De hecho, hemos ido de la mano en todas las categorías hasta el Fabril».
Sin embargo, el viaje de ida a tierras gallegas no fue sencillo. «Salimos de nuestra tierra siendo unos chavales. El clima era distinto y también dejas a tu familia y amigos. Y ahí fue importante apoyarnos entre los tres para salir adelante», comentaba Aridane, que había llegado a Galicia acompañado por Óscar Sánchez, un centrocampista que, una temporada después, regresó a su club de origen. Allí se quedó e incluso llegó a debutar en Segunda División. Hoy, la situación del equipo donde se criaron es bien distinta. Tras varios años de estrecheces económicas, el Vecindario milita en la Regional Preferente de Las Palmas y se salvó del descenso en la última jornada de competición.
Esa retrospectiva del salto a la élite, marcada por el éxito cosechado finalmente por Fabricio, también fue analizada por el punta canario: «Vivíamos en la residencia del Liceo. Cuando nos quisimos dar cuenta, llevábamos allí cuatro años. Y el trato del club fue estupendo, nos prepararon fenomenal. Desde Devesa a Tito Ramallo. Todos». Y es ahí, en la gestación de ese proceso que marcó la madurez del actual ’13’ deportivista, donde Aridane quiso ser más concreto: «No hay nadie que se merezca esto más que él. Por trabajo y personalidad».