Una alineación de carrerilla. Un equipo que disfrutaba y hacía disfrutar con el balón. Dos brasileños, uno con cara de niño inocente que desquiciaba a los porteros con sus travesuras, y otro con vocación de muro que frenaba absolutamente todo lo que intentaba pasar por su parcela del terreno de juego. Un canterano que se hizo dueño y señor de la banda izquierda y un muro infranqueable formado por fornidos defensas, que contaban con un portero que siempre estaba bien colocado. Todo esto y mucho más fueron las piezas que dieron vida al SuperDépor.
Se cumple un cuarto de siglo de esa acertada denominación. Un equipo humilde que se mereció la categoría de Súper y que encandiló a todo el país. Probablemente sea la época en la que el Deportivo cosechó más seguidores y el motivo de que muchos se convirtiesen al credo del deportivismo. Como equipo único para aquellos originales o descendientes de gallegos, y como segundo equipo para otros muchos. Un equipo vestido de blanquiazul que caía bien. Que era ‘riquiño’. Ese equipo humilde que le plantaba cara a los grandes, que no se achicaba y que sobrevivió a un diluvio universal en la capital para alzar su primer título.
Si hablamos de su denominación, todo surge de una remontada. Lógicamente, de ese instinto de lucha y superación que tenía el equipo adiestrado por Arsenio Iglesias. Un 3-2 ante el Real Madrid. Un triunfo que podría ser una casualidad pero que hizo que llegar a Riazor se convirtiese en un calvario año tras año para los blancos. Y así hasta en más de 18 ocasiones. Era el 3 de octubre de 1992 y el conjunto de A Coruña doblegaba un equipo que contaba con jugadores como Hierro, Míchel, Luis Enrique o Iván Zamorano.
El equipo de ese día del Deportivo se parecía al que muchos memorizaron y hasta del que se escribieron canciones. Liaño, Mariano, López Rekarte, Albístegi, Ribera, Djukic, Nando, Fran, Mauro Silva, Bebeto y Claudio Barragán. Estos mismos hombres iban 0-2 contra el Real Madrid tras media hora de juego, algo que provocó la entrada de Aldana en lugar de Mariano
Sería Bebeto el encargado de acostar distancias en el electrónico -cuando todavía existía en Riazor la denominada grada ‘especial niños’ y donde estaba servidor, salvo en los partidos que era ocupada por la afición visitante-. Repetiría en la segunda mitad para igualar la contienda en la segunda parte y Ricardo Rocha certificaría la remontada con un gol en propia puerta. Había nacido el SuperDépor.
Era un equipo humilde que se colaba entre los más grandes, que durante muchas jornadas coqueteó con el liderato, pero que finalmente terminó cediendo ante Real Madrid y Barcelona. Pese a todo, y desde lo más alto, se empezaría a construir la época dorada del Deportivo. Justamente con Augusto César Lendoiro en el palco, manejando los hilos del equipo. El resto de la historia, ya se la saben.
Un cuarto de siglo después, los afortunados y afortunadas que hayan vivido un partido del SuperDépor en directo difícilmente lo podrán olvidar. Desde la garra de Claudio Barragán, al innato talento de Bebeto, pasando por la zurda de Fran que tantas portadas protagonizó. -y hasta un ‘affaire’ con el Real Madrid-. Una época que cualquier querría volver a revivir, como si de un capítulo del Ministerio del Tiempo se tratase. Pero el deseo es protagonizar de nuevo hazañas similares.