Hablar de Manuel Pablo García Díaz (25/01/1976) es hablar de un futbolista entrañable que aún a sus cuarenta años se resiste a colgar las botas. Es hablar del jugador que durante los últimos dieciocho ha cargado con el 2 del Deportivo. Es hablar de un chico de Bañaderos que le dijo que no al Real Madrid. Es hablar de la sinceridad y la humildad en persona. Y cómo no, hablar de Manuel Pablo es hablar un poco también de Valerón. Y viceversa.
Volviendo a tus inicios, ¿qué Dépor se encuentra, a su llegada, aquel chico de Las Palmas?
Llegué a un Dépor que había crecido mucho, porque había estado a punto de ganar una Liga, ganó una Copa… Es verdad que cuando yo llego, el año anterior, estuvo hasta diciembre cerca de los puestos de abajo, incluso hizo fichajes en diciembre, y al final era un Dépor que quedó a media tabla, sin objetivos; pero bueno, un equipo de Primera que llamaba mucho la atención, y no lo dudé en ningún momento.
¿Cuál fue el día más especial de tu carrera aquí en Coruña?
He tenido tantos… El de la Liga, el de los ascensos, el del Milan… Han sido muchos. Yo siempre digo que al final, hemos ganado una Liga y todo, pero yo creo que el más importante fue el del segundo ascenso. Porque creo que la cosa estaba fatal en cuanto a economía y sabíamos que teníamos que ascender casi seguro ese año, porque podía ser más difícil al año siguiente, y aún así empezamos la temporada con muy pocos recursos, y fue una temporada bastante difícil, pero con una importancia grandísima.
Sobre la oferta aquella del Real Madrid, ¿piensas alguna vez en cómo hubiese sido tu vida si te hubieses ido?
No, la verdad es que no le doy muchas vueltas. Sabes que ibas a un equipo que, por títulos, conseguiría supongo más títulos pero después no sabes si hubiera jugado, si no, entonces yo sé que estaba muy a gusto aquí. Si se tenía que dar se daría, siempre lo dije: lo que pase, pasará. Yo estaba bastante contento en Coruña y eso se nota, y pues, aquí seguí.
Manuel Pablo: «Yo siempre he sido así desde pequeño: de trabajo, de trabajo, de trabajo, y de creer en eso, entonces ni me regulo ni nada, voy siempre al máximo»
¿Cómo te sobrepones a la lesión, sobre todo a nivel psicológico?
Los minutos iniciales allí en el campo son los más difíciles, pero una vez que llego al vestuario me siento más tranquilo. Y nada, sólo pensar en ser yo mismo, en recordarme como un jugador, en trabajar fuerte, volver a intentar correr la banda derecha del Deportivo (sonríe)… Uno se analiza a sí mismo también como jugador, e intenta hacer más o menos lo que venía haciendo.
Una clásica, ¿qué significa Juan Carlos Valerón en la vida de Manuel Pablo?
Más que un amigo. Con Juan Carlos desde que estuvimos en Las Palmas, desde que llegó él a Las Palmas con 18-19 años, fue una conexión inmediata tanto a nivel futbolístico como a nivel personal. Para mí que llegara al Dépor era una alegría tremenda por esa intimidad que teníamos y por lo jugador que era, que sabía que nos iba a ayudar muchísimo. Es algo especial lo que tenemos Juan Carlos y yo.
¿Y el Dépor?
Todo (se ríe). Digamos que Las Palmas es la que me hizo hacerme y el Dépor, ya todo lo que he sido como profesional, se lo debo al Dépor. Todo lo que he conseguido, como persona, como jugador, haberme hecho también, que llegué muy joven. Todo ha sido aquí. Son muchos años, he ido crecido con cosas buenas y alguna cosa mala, pero la mayoría han sido cosas positivas y de las malas siempre intentas aprender. Ha sido algo maravilloso (se ríe otra vez).
Decía Víctor que tu implicación y dedicación eran máximas, que eres un ejemplo para todos. ¿Cómo se consigue mantener esa motivación después de tantos años?
Porque uno cree en lo que hace y yo creo en el día a día, en los entrenamientos… Hay gente que con el tema de la edad ya se regula más y son competitivos igualmente, pero yo siempre he sido así desde pequeño: de trabajo, de trabajo, de trabajo, y de creer en eso, entonces ni me regulo ni nada, voy siempre al máximo. A veces me trae alguna pequeña lesión, pero no me sé regular de ninguna manera, y creo en eso, entonces eso es lo que intento transmitir en el día a día.
Después de esta última lesión, ¿te ves jugando otra vez al fútbol o ya no?
Sí, sí, ha sido una rotura de fibras, que he tenido muchas en mi vida. Desde que llegué aquí los primeros meses también me lesioné. Son dos, tres o cuatro semanas, entre tres y cuatro como mucho, y ya estamos haciendo campo, o sea que va bien la cosa, y espero pues en la semana que viene o en la siguiente, estar otra vez con el equipo y estar disponible.
Entonces, ¿no es esta tu última temporada?
Esa es la pregunta del millón, no quiero hablar de eso (se ríe). Uno sabe que se acerca el final y se sabe que es difícil y cuando no juegas, pues más. Te vas haciendo un poco a la idea y lo piensas, pero el año pasado parecía que se hacía igual, y al final acabé disputando los últimos partidos. Pero ya te digo, es algo a lo que quiero dejar hasta el final la cosa. Es algo natural y tampoco quiero que se esté hablando de eso.
Manuel Pablo: «Uno sabe que se acerca el final y se sabe que es difícil y cuando no juegas, pues más»
¿Te asusta el día que tengas que colgar las botas?
No, no me asusta para nada. Estoy muy tranquilo, soy muy natural, y en ese sentido lo pongo como algo que era normal. Y he tenido una gran suerte de poder haber seguido jugando tanto tiempo.
Tantos años aquí, supongo que algún homenaje caerá cuando llegue el momento, ¿no?
Yo siento, siempre que salgo, el cariño de la afición, de la gente… Llevo muchos años y he vivido muchas batallas, tanto buenas como malas, siempre, desde que llegué, incluso antes de que fuera más conocido. Cuando llegué a Coruña, que aquí a lo mejor no me conocían mucho, pues siempre noté el cariño, por la calle, de la gente. Eso lo he notado siempre. Cada vez que salgo, para mí es algo bonito que la gente te reconozca todo eso.
¿Te queda la espinita clavada de no haber jugado más años en tu tierra?
No, no tengo ninguna espina clavada. Claro que te gustan cosas, es verdad que salí muy joven de Las Palmas, pero bueno, también venía a un sitio importante y las cosas han ido muy bien, he sentido un cariño muy importante dentro del Deportivo y de la ciudad. Sabes que hay cosas, que no se pueden dar todo. Claro que uno siempre quiere jugar en Las Palmas. También podría decir en la Selección, jugar más en la Selección, pero bueno, no siempre se tiene todo, y yo estoy muy contento por cómo me han ido las cosas aquí.
¿Cuáles son tus planes de futuro?
Primero tengo que hablarlo con el presidente, todavía me quedan dos años aquí, y un poco a ver cómo podemos ayudar. Es verdad que una vez que salga de lo que es jugador, voy a ser un aprendiz dentro de todo, pero he mamado mucho fútbol y también tengo mucho conocimiento de las cosas, y puedo ayudar. Tendré que terminar también lo de entrenador, lo de director deportivo… Un poco pues eso, cerca de lo que es el club, a ver en qué parcela. Si más cerca del primer equipo, supongo, o no, no sé, todavía eso es una decisión que no solo me toca a mí.
Al llegar Víctor Fernández te ofrecieron ser su segundo, ¿no te lo planteas ahora para cuándo dejes el fútbol?
Hay un momento que, pero ya empezada la temporada, ya llevábamos dos meses, que sí que se plantea una cosa así. Yo llevaba ya dos meses de competición y me veía. El año anterior había jugado 25-26 partidos en Segunda, casi todos titular, y sentía que había sido importante en esa temporada y tenía por objetivo seguir jugando.
Manuel Pablo: «Es verdad que una vez que salga de lo que es jugador, voy a ser un aprendiz dentro de todo, pero he mamado mucho fútbol»
Alguna anécdota que recuerdes con cariño de todos estos años.
Soy muy malo para el recuerdo de las anécdotas… Tengo muchas, pero después nunca me acuerdo (se ríe). Siempre cuento una broma que le hicimos a Sergio González cuando llegó al Dépor, yo y Valerón. Llevaba un día o dos en La Coruña, entrenábamos en Acea da Ma y quería ir al Corte Inglés a Cuatro Caminos y le hicimos dar vueltas por toda La Coruña, engañándolo un poco. Tardó 40 o 50 minutos en dar con el Corte Inglés, hasta que se enfadó él y tiró por su propio camino, él sólo buscándolo (se ríe).
Además de Valerón, que siempre aparece en tus aventuras, a qué otro compañero echas de menos en el vestuario.
Con Filipe (Luís), siempre que hablo, muy cariñoso estamos. Romero, el Turu… No sé, he tenido tantos compañeros que me he llevado por suerte con casi todos muy bien, y con los demás bien, entonces no sé nombrarte… Te nombraría a casi todos.
¿Coincides conmigo, entonces, en que más que los títulos, lo mejor del fútbol son las amistades que te deja?
Sí, un poco todos los recuerdos también que has vivido con los compañeros. Cuando los encuentras es algo bonito y empiezas a recordar muchas cosas. Siempre está ese cariño con toda esa gente que has compartido y que tienes muchas cosas que recordar.
Alguna camiseta que guardes como un tesoro especial.
No soy mucho de guardar camisetas, pero creo que la de la Liga sí que la guardé, sí, y una de la Copa. Alguna así, pero no soy mucho de guardar ni camisetas mías ni camisetas de los contrarios. Alguna vez he pedido, pero más para mi hermano. Siempre me dicen que cómo no guardo cosas y tal, yo digo que bueno, que las tengo en la cabeza, cuando ya se me olviden o tal, pues no pasa nada (se ríe); estará ahí también escrito por algún lado.