Desde la lejanía, el caso Juan Carlos no parece tener explicación. La calidad de este futbolista es indudable, y sus escasas apariciones con el primer equipo resultaron notablemente alentadoras. Riazor necesita un héroe, un canterano que derribe la puerta del primer equipo y se erija en la referencia blanquiazul.
Las duras palabras de Augusto César Lendoiro denotan una decepción palpable. «Juan Carlos tiene las puertas del primer equipo totalmente cerradas». Esta afirmación obliga a todas las partes a sentarse en algún momento y arreglar las diferencias. Su cesión al Huesca se paró en el último instante, y el canterano jugará en Tercera División, una categoría que se encuentra muy por debajo de lo que Juan Carlos necesita en este momento para progresar como futbolista.
Lendoiro mostró su decepción en público. El mandatorio busca de esta manera dejar clara su postura a los que vienen de abajo. Aquí no se regala nada a nadie, y los jóvenes, quizás de manera injusta, deben rendir lejos de casa para luego regresar a Riazor. El caso de Juan Carlos es el más grave pero no es el único. Seoane también ha pasado por una situación similar. Los futbolistas de la factoría de Abegondo deben ser conscientes de la dificultad que entraña hacerse un hueco en la élite. Este año en el primer equipo no iba a ser fácil para ninguno de ellos, y una cesión parecía la elección correcta.
La crisis económica que asola al fútbol también influye en estos casos. Cada año es más complicado encontrar clubes serios a los que ceder con ciertas garantías a los futbolistas, y a los jugadores les cuesta demasiado abandonar su hogar.
Esperemos que el caso Juan Carlos se resuelva de la mejor manera posible. El Dépor y el jugador deben limar asperezas, y solucionar este asunto antes de que se enquiste. Cualquier situación que acabara con Juan Carlos fuera del equipo sería una muy mala opción, tanto para nuestro Club, para el jugador y para la afición que está deseando ver el mayor número posible de canteranos en el primer equipo.