Uno de los grandes cambios que se ha producido en el fútbol de hoy es la mayor capacidad técnica que tienen los defensas. Antes, se buscaba jugadores fuertes, altos y expeditivos para ocupar esa zona del campo, sin tener tanto en cuenta si tenían más o menos calidad con el balón en los pies. Ahora se les exige buen criterio a la hora de sacar la pelota desde atrás y, en el caso de los laterales, ser capaces de desbordar y poner buenos centros. Cuanto más completo sea un futbolista mucho mejor. Será más complicado para el rival defender a un equipo en donde haya muchos elementos que posean la virtud de crear peligro ante la portería contraria, sea regateando, chutando desde lejos o rebasando líneas de presión con un pase certero.
Sin embargo, esta virtud que tienen ahora muchos zagueros parece que se ha convertido en lo más importante para decidir si es bueno o malo, si vale o no. Evidentemente, no se puede exigir lo mismo al central de un club que pelea por ser campeón de Europa que a uno que lucha por no descender, pero tengo la sensación que se permite más el fallo defensivo que el ofensivo. Me explico. Si un lateral, por ejemplo, tiene un error en la marca o se equivoca en una basculación y la jugada no termina en gol, parece que no pasa nada, es un despiste y nada más; si el error es en ataque, un mal centro o un regate que no sale, el futbolista merece el banquillo al momento. Parece que a los defensas se les examina más por su aportación ofensiva que por su trabajo atrás. En eso sí que no estoy de acuerdo. Un central que saca bien la pelota tiene un extra que lo hace más valioso. Un lateral que llega a la línea de fondo y da una asistencia de gol es un plus que provoca que tenga más opciones de jugar. Pero siempre que su tarea principal, la de defender bien, sea realizada correctamente.
En equipos como el Dépor, donde la solidez debe ser una seña de identidad necesaria, prefiero defensas que hagan exactamente eso, defender, aunque aporten menos en campo contrario que zagueros que puedan ayudar en ataque pero que tienen despistes y fallos atrás. Parece una perogrullada, pero muchas opiniones se decantan más por la vistosidad ofensiva que por el trabajo defensivo, siempre más oscuro a ojos del espectador. La evolución está muy bien, pero siempre que se tengan claras las prioridades que tiene cada futbolista en un terreno de juego.