Deportivo y Málaga firmaron tablas en un buen partido de ambos conjuntos al que le faltaron 15 minutos que nunca nos devolverán. Díaz de Mera expulsó a Quique González por golpear a un rival en la cabeza cuando intentaba una chilena y privó al Deportivo de su intento de completar la remontada ante el líder. Y a los espectadores del final trepidante que se avecinaba.
Conviene, sin embargo, no quedarse en el detalle de la roja. Decisiva, al fin y al cabo, pero que no debe apartarnos de lo obvio: el Dépor fue mejor que su rival. El conjunto blanquiazul parece haber cogido ya velocidad de crucero y dio una nueva lección de personalidad ante el tercer transatlántico de la categoría que pasaba por Riazor. Como antes le sucediera a Sporting y Granada, el Málaga empequeñeció en A Coruña y también llevaba camino de naufragar en el estadio herculino.
Consiguieron los andaluces adelantarse con una jugada marca de la casa. Un saque de banda al punto de penalti. Pero hasta ese momento no habían hecho méritos ni intentos. Si el primer tanto no cayó antes del lado local fue únicamente por la falta de eficacia que está mostrando el conjunto coruñés en las primeras partes. El penalti de Moreno, el palo de Quique… esta vez fue el propio pucelano el que aparcó su racha para fallar en el área pequeña nada más empezar. Tampoco acertó Carles Gil tras una buena contra, ni Pablo Marí al recoger un balón muerto en la estrategia.
El Dépor nunca de descompuso y siguió tanteando a su rival, encontrando espacios en el hasta ahora infranqueable muro construido por Muñiz. Lo hizo incluso con el marcador en contra, como ya ocurriera en Tarragona: nada desestabiliza al conjunto deportivista. Tampoco las bajas, como demostraron las entradas de Krohn-Dehli y Álex Bergantiños. Todas las piezas encajan y el coruñés incluso fue decisivo en el empate, otra buena jugada colectiva que acabó con el capitán dando el pase de la muerte para que Carlos Fernández por fin estrenara su cuenta.
No sabemos lo que habría pasado en esos minutos finales, pero el campo ya estaba cuesta abajo para los blanquiazules. Lo había inclinado el sevillano, primero como pareja de Quique y más tarde desde la mediapunta, cuando tocó ir a por todas.
Se escapó vivo el líder, que parece menos fiero hoy que hace unos días. Porque sí es cierto que volaron los primeros puntos en Riazor, pero que todos los tropiezos lleguen de esta forma. El Dépor fue el Dépor de siempre, el de Natxo González. El que transmite tranquilidad, seguridad y quiere llevar la iniciativa sin importar las circunstancias, terminando el encuentro en campo contrario incluso jugando con uno menos.