«En la primera parte no fuimos ni carne ni pescado», lamentaba Luis César tras el empate del Deportivo en Santander. Una reflexión que bien podría servir para lo que está siendo la temporada del conjunto blanquiazul, que todavía busca el plan que le permita competir durante 90 minutos seguidos, pero que no exime al autor de responsabilidad. Porque Anquela antes, y ahora el de Vilagarcía, están tan desorientados como sus jugadores.
El técnico gallego, al menos, quizá haya encontrado en El Sardinero un clavo al que agarrarse. Prácticamente por desesperación, la segunda parte debe servirle a Luis César para apostarlo todo a esa idea: agresividad y verticalidad. Jugadores siempre encima y ataques cortos que escondan las carencias de un equipo que gripa cada vez que le toca iniciar el juego en campo propio.
Para ello necesitará dos cosas. Primero la colaboración de sus futbolistas. Porque al diferencia entre la primera y la segunda parte radica en su predisposición. No hay nada que hacer si cada disputa individual cae del lado del contrario. Si cuatro miran mientras uno de los de enfrente se regatea hasta a sí mismo dentro del área. Tras el descanso cualquier intento de balón largo del Racing rebotaba como si de un frontón se tratase, los delanteros locales pasaron del paraíso a un calvario. Y no fue un aspecto táctico, sino de convicción.
Pero en ello también tiene que poner su granito de arena el técnico con las piezas que elija. Si el Dépor va a ser un equipo se saque y volea, que combine poco y piense menos, necesitará más Jovanovics que Aketxes. Como podía sospecharse, el vasco se desconectó jugando en la banda, todo lo contrario que el serbio, siempre amenazando. Con todas las carencias que puedan tener, tanto él como Mollejo se ajustan mejor a esta partitura de rock and roll.
La bendita anarquía de Koné
Todo ese plan debe pasar por entregarle las llaves a Koné. El marfileño, caótico y verso libre, representa a la perfección lo que necesita ser el Dépor. Incluso sin ningún otro punta que le cree problemas por delante, lo único que consiguen tanto Longo como Santos en su estado de forma actual. Cambiar a cualquiera de estos dos arietes por otro centrocampista (hola, Gaku) le permitiría a Mamadou generar y finalizar a partes iguales, marcando todavía más el trazo de un grupo que debe definirse ahora que ha encontrado el primer atisbo de luz.