Deportivo y Celta arrancaron el campeonato 2012-2013 tras haber mostrado una superioridad aplastante en la categoría de plata del fútbol español. La apuesta de ambos por un estilo atractivo y ofensivo parecía innegociable, pero las derrotas se encargaron de echar por tierra cualquier filosofía.
«No somos amigos de cambiar de entrenador, pero se necesitaba un revulsivo, un cambio de chip que tiene que venir de un cambio de entrenador», esas fueron las palabras de Augusto César Lendoiro en la tarde en la que decidió destituír a José Luis Oltra y anunciar la contratación de Domingos Paciência. Con un tono parecido se despidió también el presidente celeste Carlos Mouriño de Paco Herrera, el encargado de devolver a los vigueses al ‘cielo’ de Primera División tras pasar cinco años en la Liga Adelante. «Hoy estamos para dar un paso adelante y presentar una nueva opción que nos ofrece por su entusiasmo, fuerza y voluntad las esperanzas de que equipo se quede en Primera División», expresó en la presentación de Abel Resino.
José Luis Oltra fue el encargado de hacer que el paso del Deportivo por el infierno de Segunda División quedase prácticamente en anécdota, ya que los blanquiazules lograron regresar a la máxima categoría del fútbol español tras una única campaña de sufrimiento. El valenciano recuperó a Valerón para el once inicial y le dio galones para ejecutar su fútbol, y el equipo coruñés batió el récord de puntuación del campeonato. Con un estilo atrevido, los herculinos convertían los partidos en encuentros de ida y vuelta en los que casi siempre salían vencedores. Sin embargo, la Liga BBVA no es tan generosa y tanto los deportivistas como el técnico terminaron por pagarlo. El Dépor se convirtió en un conjunto con capacidad para hacer goles con cierta facilidad pero con una defensa muy débil que terminó por condicionar demasiado los resultados: 12 puntos en 17 jornadas.
Por su parte, Paco Herrera logró relanzar al Celta de Vigo estableciendo un fútbol de vocación ofensiva en la que el balón era el principal protagonista. Para imponer su estilo, no dudó en crear un grupo con una columna vertebral formada esencialmente por futbolistas criados en ‘A Madroa’, y el éxito de su proyecto fue evidente: aterrizó en Vigo como entrenador en el 2010 y en el 2012 colocó al equipo celeste en Primera División. Sin embargo, al igual que le ocurrió al Deportivo, los vigueses se mostraron excesivamente frágiles en las dos áreas en su regreso a Primera. Perdonaban demasiadas ocasiones en ataque, y en defensa sufrían para mantener la portería a cero.
Casualmente, tanto Lendoiro como Mouriño trataron de buscar un golpe de efecto y decidieron ‘cargarse’ a los técnicos del ascenso. El de Corcubión apostó en primer lugar por un Paciência que tras su decepcionante bagaje -4 puntos de 18- decidió dejar la nave para dejar paso a Fernando Vázquez. El de Castrofeito tan solo ha logrado un punto ante el Rayo, y ha caído ante el Sevilla, Real Madrid y Barcelona. Por su parte, Abel Resino no ha sido capaz de levantar la nave celeste tras dos encuentros como preparador olívico, y ha caído derrotado en ambos. El derbi de este viernes se presenta como el examen final para Vázquez y Resino, que tienen en su mano demostrar que sus presidentes no se equivocaron a la hora de traerlos.