Llega una nueva entrega de ‘Un pedacito de historia’ para rememorar cómo se vivían los derbis hace más de 100 años en A Coruña.
Tras cuatro años de ausencia, coruñeses y vigueses pudieron vivir de nuevo esos intensos derbis entre Deportivo y Celta en la temporada 2011-2012. También ocurrió lo mismo en la campaña siguiente, aunque el descenso del conjunto herculino impidió que se repitiesen este año. Pero igual que en otras ocasiones, los comentarios fuera del campo enturbiaron de mala manera la fiesta del fútbol gallego. Pero esta rivalidad llevada al extremo no siempre estuvo presente en los derbis. 100 años atrás estos partidos se vivían de una manera totalmente diferente a la actualidad.
A principios del siglo XX se enfrentaron el Club Deportivo de la Sala Calvet y el Fortuna de Vigo, que son los antecesores de Dépor y Celta. Pero no fue un duelo cualquiera, pues sirvió para inaugurar el viejo campo de Riazor, que se encontraba situado en los terrenos del Colegio de Las Esclavas. El estreno se produjo el domingo 16 de mayo de 1909. “A las cuatro y media comenzó el partido, cuando la enorme concurrencia llenaba todas las localidades”, relata la crónica publicada en La Voz de Galicia el martes siguiente. El estadio entonces tenía capacidad para 6000 espectadores.
A pesar de la gran expectación que había levantado la cita, el Deportivo cayó derrotado por 1-3 ante los de la Rías Bajas. «El partido fue bastante fuerte y muy lucido y agradó a la concurrencia, que aplaudió entusiasmada a ambos equipos», cuenta la crónica del partido del ya desaparecido El Noroeste. Hasta tres penaltis le pitaron en contra a los coruñeses, aunque Pancho Estévez estuvo acertado solo en dos. Además, el propio Pancho había sido el encargado de abrir el marcador en la primera mitad. Los deportivistas también hicieron el gol de honor gracias a Álvarez, aunque cuenta la crónica que «el Deportivo jugó muy bien» y se defendió con «brío» del rival.
El resultado del amistoso fue casi lo de menos. El día anterior a la celebración de la cita deportiva llegaron los jugadores vigueses a A Coruña entre “vítores, abrazos y cordiales salutaciones”. Continúa el relato de La Voz, que explica que “a la entrada en la capital –entonces la ciudad herculina era capital de Galicia- se dispararon cohetes y bombas” para recibir a los miembros del equipo. Una escena similar se vivió de nuevo en el Hotel de Francia, donde se alojaba la expedición del Fortuna, ya que “se repitieron entonces las cariñosas demostraciones de afecto”.
El enemigo en casa
Durante aquellos años el rival no estaba en el sur, sino dentro de la propia Coruña. Se trataba del Corunna Foot-ball Club, que había dado sus primeros pasos ya en 1904. Este equipo acogería principalmente a las élites de la pequeña urbe herculina. Precisamente, el Deportivo de la Sala Calvet tuvo mayor acogida entre las clases media, y nació a raíz de esta rivalidad con el club ‘de la gente de bien’. Aquella primera cita se saldó con victoria para los deportivistas, que vencieron por 2-1.
“El vecino más entusiasta del Deportivo se llamaba Pelletier y era dueño de la mejor confitería de la ciudad. El partidario más ardiente del Coruña se apellidaba Vinós, y era suya la más elegante camisería. Desde que sus preferencias los significaron, ningún ‘coruñista’ volvió a probar los exquisitos pasteles de Pelletier. Vanamente se renovaban las tentaciones de aquel escaparate de la calle Real, porque hasta una simple mirada a ellos ponía amargura en el alma y en el paladar de los discrepantes”, describe Wenceslao Fernández Flórez en ‘De portería a portería; impresiones de un hombre de buena fe’. La rivalidad dejó una profunda huella en la gente de la época.
Este ambiente de hostilidad entre las dos aficiones apunto estuvo de acabar con la corta historia del Deportivo. La directiva del club tomó la drástica decisión de prohibir cualquier enfrentamiento contra el Corunna F.C. durante algunos años. Sin embargo, los jugadores no lo aceptaron y en 1914 formaron por su cuenta el Deportivo Auténtico, que volvió a jugar contra su eterno rival. Pero al final las aguas volvieron a su curso cuatro años después, aunque también es cierto que el Coruña acabó desapareciendo poco después.