Han pasado ya dos décadas del partido fatídico en el que el serbio falló la pena máxima que podría haberle valido el título de Liga a los gallegos
14 de mayo de 1994, una fecha que sin duda todo deportivista tiene grabada en su mente y de la que se cumplen hoy exactamente 20 años. Aquella noche se convirtió en una de las más amargas que cualquier aficionado blanquiazul puede recordar. Era la última jornada de la Liga y el Deportivo llegaba como líder, una victoria le valía a los coruñeses para hacerse con el que podría haber sido su primer título de la historia hasta esa fecha. La victoria no llegó y el FC Barcelona fue el campeón esa temporada.
Como si de un guión de cine se tratase, el árbitro del partido señaló un penalti en el último minuto del encuentro a favor del equipo dirigido por Arsenio Iglesias. Sin Donato, encargado de transformar este tipo de acciones, muchos pensaron que sería Bebeto el responsable de ejecutar la pena máxima. No obstante, el brasileño ya había fallado dos lanzamientos desde los once metros esa temporada y prefirió que fuera Miroslav Djukic el que chutara. “Quien diga que no me atreví a tirar el penalti, está mintiendo. Donato no estaba en el campo y Djukic era el lanzador. Él nunca fallaba, ni siquiera en los entrenamientos. Hablé con él para tirarlo, pero me dijo que estaba bien para lanzar y hacer gol”, comentó años más tarde el delantero.
El defensa serbio golpeó centrado y flojo el balón y el portero del Valencia, González, detuvo el esférico y con él la ilusión de miles de deportivistas que veían como su sueño de ganar una Liga desaparecía en aquel instante. Minutos más tarde, Arsenio Iglesias aparecía por la sala de prensa totalmente destrozado en una de las declaraciones que con más emoción se recuerdan y que finalizaron con un aplauso generalizado de la prensa para un equipo que, a pesar no haber marcado el penalti, también hizo historia.
Quizás, sea una de las noches más duras de todas las que se han vivido en la historia de Riazor. Sin embargo, el destino es caprichoso y quiso que solo un año más tarde se enfrentaran de nuevo gallegos y valencianos, esta vez con la Copa del Rey en juego. Los herculinos lograron vengarse y conquistar de esta manera el primer título de su historia.