Cinco partidos son los que lleva Clarence Seedorf al mando del Deportivo y el equipo sigue sin despegar. Dos puntos de quince posibles, ese es hasta el momento el pobre bagaje del holandés como técnico blanquiazul. Unos números que han facilitado el hecho de verse superados en la tabla por Las Palmas, pero al mismo tiempo han servido para que la distancia con la salvación no solo no haya aumentado, sino que sea actualmente de tan solo dos puntos, uno menos que en el momento de su llegada a A Coruña.
Seedorf tomó las riendas del equipo haciendo especial hincapié en la necesidad de recuperar psicológicamente a una plantilla muy tocada anímicamente y propensa a bajar los brazos y dejarse ir ante el más mínimo contratiempo sufrido durante los partidos. Sin embargo, con el paso del tiempo ha podido constatar que los problemas trascienden más allá de lo mental y de ahí que los cambios, tanto de hombres como de esquema, se hayan convertido en una especie de carrusel en búsqueda de dar con la tecla que enderece el rumbo de la nave herculina y la devuelva a la senda de las victorias.
Una vez visto el once inicial y la disposición del equipo en sus dos primeros compromisos ante el Betis y el Alavés todo parecía indicar que la apuesta de Seedorf pasaba por confiar y dar continuidad a ese bloque de futbolistas. Sin embargo, las dos derrotas encajadas, unido a otros factores como las lesiones, las sanciones y lo comprimido del calendario, trajeron consigo el primer golpe de timón por parte del holandés en el duelo contra el Espanyol, en el que introdujo hasta tres caras nuevas en el once titular. El equipo ofreció sus mejores minutos de juego y se hizo acreedor de un triunfo que finalmente no se produciría pero que dejó buen sabor de boca entre la afición.
El camino a seguir parecía ser ese, pero Seedorf sorprendió en Getafe a propios y extraños con un once plagado de novedades de medio campo hacia delante y una disposición sobre el terreno de juego totalmente novedosa. El resultado no pudo ser peor. El equipo recordó al de las peores noches y terminó encajando una nueva goleada a domicilio. Tras ese varapalo, el holandés encaró el duelo ante el Eibar con la imperiosa necesidad de reconducir la situación y para ello optó por una auténtica revolución en sus filas. Tan solo cuatro jugadores repitieron como titulares y los blanquiazules mudaron a un esquema con dos puntas y cuatro hombres en rombo en la medular, pero una vez más el equipo no terminó de funcionar y la tempranera expulsión del debutante Koval acabó por condicionar el encuentro.
Así las cosas, Seedorf acumula cinco partidos en el banco herculino en los que no conoce la victoria y en los que no ha repetido alineación. Es más, el holandés ha echado mano ya de un total de 22 futbolistas entre los que tan solo Adrián, Lucas y Eneko Bóveda parecen fijos y han sido siempre de la partida. En situación totalmente opuesta se encuentran Tyton, Carles Gil y Gerard Valentín. Ninguno de los tres ha tenido aún la ocasión de reivindicarse y demostrar su valía. Mientras que el polaco no ha visto modificado su rol de tercer portero, el lateral catalán ni tan siquiera se ha estrenado en una convocatoria, aunque el caso más sorprendente es el de Carles Gil, un hombre llamado a ser importante una vez superada su lesión en el pubis y que parece condenado al ostracismo por parte del técnico holandés. Al menos de momento, ya que todo invita a pensar que Seedorf aún no ha dado con la solución.