El Deportivo llegaba a Riazor envuelto en dudas a pesar de las dos victorias consecutivas a domicilio. Por la forma de conseguirlas, pero sobre todo por saber si sería capaz de trasladar la nueva idea de Martí a un contexto diferente. En casa, con el rival cediendo la iniciativa y con la obligación de atacar. No disgustaron los blanquiazules, quizá porque el listón estaba bajo y ver al equipo encadenar más de tres pases consecutivos ya parezca una hazaña. Pero la realidad es que durante la primera fue capaz de maniatar a un Cádiz al que el balón le quema en los pies.
Los de Cervera no tenían ni la menor intención de robar, esperaban a que el Dépor se equivocase, pero ese plan, tan útil para los últimos equipos que habían pasado por el césped herculino, no resultó esta vez. Apoyado en la jerarquía de un Edu Expósito que apunta a estar jugando sus últimos partidos en Segunda, vista la camiseta que vista la próxima temporada, los locales movieron el balón con paciencia, aunque con falta de profundidad. Nahuel trataba de generar superioridades por dentro, pero no siempre sabía medir el momento y, por supuesto, casi nunca acertaba a la hora de elegir cómo terminar la jugada.
Hacían falta resultados para que el equipo volviera a recuperar la confianza, volviera a creer y a ir con todo en cada jugada. Ante los amarillos se vio a un equipo más convencido de lo que hacía y el gol fue el mejor reflejo. Juego directo con el delantero y el lateral derecho ganando la segunda jugada. Bóveda se plantó en la frontal y asistió con sutileza para que Quique hiciese justicia poco después de que Carlos estrellase un balón en el larguero.
El problema para el Deportivo es que no sólo los jugadores van con pies de plomo a la hora de recuperar sensaciones. Su entrenador está también en fase de pruebas. Porque Martí, al que el plan A le estaba saliendo bien, no tuvo cintura para contrarrestar la alternativa de su rival en el banco. Menos velocidad, más centímetros. La entrada de Jovanovic y Querol puso en jaque a la zaga blanquiazul, que tenía controlado el ataque andaluz por los costados. Un balón frontal al punta, la enésima muestra de que Pablo Marí no está, y gol por la escuadra. Apenas había sufrido el equipo blanquiazul a pesar de haber dado un descarado paso atrás. Pero así es el fútbol.
Fue meritoria la reacción deportivista, que gozó de hasta tres ocasiones en los últimos minutos para llevarse el encuentro. También se descubrió y concedió alguna contra que pudo costar caro. Va mejorando el Dépor, a un paso seguro, pero puede que demasiado lento y sin garantías de dar alguno en falso. El equipo necesita certezas y ante el Cádiz mostró unas cuantas, pero se quedó a medias. Sí… pero no.