Arturo Patiño, jugador del Deportivo entre 1990 y 1993, se estrena como columnista en Riazor.org para hablar de la importantísima victoria frente al Valencia.
Semana de incidencias meteorológicas y sísmicas en Galicia. En el sur, la ciclogénesis explosiva azotó de lo lindo. Dejó nuevas piscinas municipales a orillas del Lagares y pánico ante el posible hundimiento de los pilares de las infraestructuras. En el norte, el fenómeno llegó en la tarde del domingo y también generó una histeria colectiva… pero de las buenas.
Víctor Fernández sintió temblar Riazor. Me da la impresión de que no era la primera vez que tenía esa sensación, aunque quizá lo apreciase mejor porque esta vez su puesto de mando estaba más cerca del epicentro del seísmo.
La entrega de la afición es indiscutible. No es una novedad. Siempre ha sido y siempre será lo mejor del equipo. Es la primera que tira del carro cuando las cosas se ponen feas y ni siquiera abandona la nave cuando los hundimientos la convierten en un submarino. Demostrado esto por enésima vez, ahora le toca el turno al equipo, con su máximo responsable a la cabeza.
Al equipo porque no se debe repetir la imagen del Sánchez Pizjuán, más allá del resultado. Hace décadas, un técnico más denostado de lo que se merecía nos dijo en la charla previa: “Señores, ustedes no juegan solo por ustedes. Juegan para que toda esa gente que está ahí fuera tenga una semana fantástica. Si ustedes ganan, esa gente llega el lunes al trabajo con alegría y si no, llegarán más puteados a casa, al trabajo…”. Ganar es la leche, pero si no lo consigues después de que te has partido la cara y has acabado vacío por dentro, nadie te puede reprochar nada.
Y a Víctor Fernández le toca tomar buena nota de lo sucedido ante el Valencia. Hasta el domingo, nadie sabía a qué quería jugar el Deportivo. Después del repaso a los “ches”, parece que el equipo quiere jugar más teniendo el balón que destruir y vivir del pelotazo. Eso sí, con intensidad. En esta Liga, la igualdad es máxima entre 10 o 12 equipos y el que no ponga toda la carne en el asador tiene todas las papeletas para estar en la cola de ese pelotón.
Riazor va cumpliendo años y aunque no sea un estadio 5 estrellas, de esos que le gustan a la UEFA, sus cimientos bien aguantarán 15 seísmos más. Las fuerzas tectónicas blanquiazules siempre están activas y listas para hacer temblar sus cimientos. En manos de Víctor Fernández y los futbolistas está conseguirlo.