Riazor.org estrena una nueva sección dedicada a rememorar algunos capítulos destacados de los más de 100 años de vida del R.C. Deportivo. Es el debut de «Un pedacito de historia», que comienza con la temporada en Tercera División.
Puede que parezca que el Deportivo atraviesa una crisis institucional, sin embargo, la historia ha dejado claro que hubo tiempos mucho peores. Y el conjunto herculino salió adelante. En la década de los 70 se abrió la etapa más negra de toda la historia del Dépor, que estuvo 18 años consecutivos sin jugar en la Primera División. Fueron tiempos de penurias. Pero el peor momento llegó en la temporada 1973-1974 cuando se consumó el descenso a la Tercera División. La estancia en el infierno apenas duró una campaña, aunque se hizo eterna.
«No olvidemos nuestros orígenes. No olvidemos nunca de dónde venimos. Nunca», expresó Arsenio Iglesias después de devolver al Dépor a Primera División en la 1990-1991. Es una frase muy significativa que recuerda que la historia del club blanquiazul está llena de intensos contrastes. Desde 1973 hasta 1991 deambuló en busca del ansiado regreso a la máxima categoría del fútbol español. Entonces A Coruña se buscaba a sí misma y también necesitaba recuperar autoestima con el ascenso de su equipo. Lo logró tras mucho esfuerzo, además justamente después llegó la mejor desde que en 1906 se fundase el club.
Sin embargo, el descenso a Tercera fue el golpe más complicado de encajar. Entonces todavía no existía la Segunda División ‘B’, que sería una categoría que nacería hacia finales de la década de los 70. El Deportivo tocó fondo un 26 de mayo de 1974, que fue cuando cayó derrotado por 2-0 en el campo del Barakaldo, en un partido que los locales ganaron con tranquilidad a pesar de fallar un penalti a favor, y se confirmó el descenso definitivo a Tercera División. Por primera vez, el Dépor iba a jugar en esa categoría; un drama en toda regla.
En busca de culpables
No fue nada fácil digerir ese mazazo. Aquella temporada había estado marcada por las lesiones y por la constante inestabilidad en el banquillo, pues llegó a haber hasta cuatro entrenadores distintos a lo largo de la competición –Fernando Riera, Carlos Torres, Enrique Orizaola y José A. Irulegui. Tampoco hubo paz a nivel institucional porque el presidente Manuel Sánchez Candamio, militar de profesión, dimitió y su lugar lo ocupó Antonio Álvarez.
La gestión de Candamio fue duramente criticada desde varios sectores. “La directiva no ayudó mucho, desde luego. Se pusieron tan nerviosos que cuando lo quisieron arreglar fue todavía peor”, explicó Eduardo López ‘Beci’ en declaraciones recopiladas por ‘Historia do Deportivo’ –libro elaborado por Xesús Flores y Xosé Mejuto-. Más crítico fue el ya fallecido periodista Orestes Vara, que declaró que el presidente “solo se preocupaba de descubrir las deficiencias de la contabilidad” y “descuidó los aspectos futbolísticos”.
Un regreso feliz
La peor de las pesadillas se había hecho realidad: el Deportivo tocaba fondo y la temporada 1974-1975 la disputó al completo en Tercera División. Para alivio de los aficionados que siguieron fieles al equipo de sus amores, la vuelta a Segunda División se produjo en menos de 365 días. La nueva realidad no fue fácil de aceptar. Así lo explicó Antonio Belló -padre de nuestro compañero de redacción Antonio Bellot-, que reconocía que «la ciudad se tomó muy mal el descenso».
Las 38 jornadas pasaron rápido, aunque el sufrimiento siempre estuvo presente. El conjunto herculino se enganchó pronto a los puestos altos de la clasificación. El encargado de deshacer el entuerto fue también Irulegui, que se quedó para reflotar el barco en sus horas más bajas. «Con los esfuerzos bien dirigidos se pueden alcanzar magníficos resultados», indicó ya con el ascenso asegurado. Al final, los deportivistas se aferraron a la primera posición como si la vida les fuese en ello, aunque siempre con el CD Ensidesa pisándole los talones. El Dépor salió vivo de aquel mal sueño.