La que estaba llamada a ser la temporada del despegue, la de la consolidación definitiva en Primera y la que por fin pusiese fin a las angustiosas salvaciones logradas sobre la bocina en los últimos años se ha tornado en una auténtica pesadilla cuyo despertar todo apunta a que se producirá con la confirmación del tan temido descenso. Muchos están siendo los males que azotan a este Deportivo y múltiples los factores que le han llevado a estar inmerso en tan crítica situación, pero hay uno que destaca por encima de cualquiera otro, la inestabilidad en el banquillo fruto de la mala gestión deportiva llevada a cabo por la directiva presidida por Tino Fernández.
Lo que mal empieza, mal acaba. Al menos eso dice un refranero español cuya sabiduría está fuera de toda duda y que el Deportivo va camino de experimentar en primera persona. El de esta temporada fue un proyecto mal concebido desde sus inicios. La continuidad de Pepe Mel como técnico fue una decisión en la que pesó más el agradecimiento por la sufrida permanencia obtenido el pasado año que el convencimiento de su idoneidad para liderar al cuadro herculino en el nuevo curso. El titubeante arranque hizo que esas dudas aflorasen a las primeras de cambio y, tras salvar un primer ultimátum frente al Getafe, la derrota en Riazor ante el Girona desembocó en la destitución del madrileño. Pepe Mel ponía así punto y final a su estancia en el Deportivo con el equipo fuera de los puestos de descenso pero tan solo 2 victorias y 8 puntos en 9 jornadas (0,9 puntos por partido).
El elegido para tomar el relevo fue el entrenador de un Fabril que, por aquel entonces, comandaba el grupo I de Segunda B, Cristóbal Parralo. La convincente victoria lograda en su debut en Las Palmas hizo que el deportivismo creyera en una reacción que pronto se vio que no sería tal. La mejoría exhibida en las primeras semanas no vino acompañada de los resultados deseados, algo que poco a poco fue haciendo mella en el equipo y terminaría por costarle el puesto después de sufrir sendas goleadas a domicilio que hicieron saltar todas las alarmas y situaron a los herculinos en puestos de descenso a tres puntos de la salvación. En total fueron 13 los partidos dirigidos por Cristóbal, saldados con tan solo 2 victorias y un total de 9 puntos sumados (0,7 puntos por partido), unos registros sensiblemente peores que los de su antecesor en el cargo y entre los que destacó la elevada cifra de goles encajados con una media de algo más de 2,5 goles por encuentro.
Así las cosas, desde el consejo de administración se optó por un nuevo cambio de rumbo y la contratación de un entrenador mediático pero sin apenas experiencia en el fútbol de élite como Clarence Seedorf. Pese al liderazgo y el discurso basado en el optimismo con el que aterrizó en tierras coruñesas, su propuesta no ha calado y casi dos meses después los peores temores de la afición parecen haberse cumplido. Lejos de reaccionar, el rendimiento del equipo ha caído en picado. El técnico holandés aún no conoce la victoria y el Deportivo acumula una racha de 14 encuentros sin ganar que lo han situado penúltimo clasificado a 7 puntos de la salvación. El pobre bagaje de Seedorf se limita a 3 puntos de 21 posibles (0,4 puntos por jornada) y, aunque a nivel defensivo el equipo ha experimentado una notable mejoría, la producción ofensiva ha caído en picado con solo dos 2 tantos en 7 partidos. En resumen, un balance tan sumamente negativo que empeora y mucho el de sus antecesores en el puesto y hace del todo inviable pensar en cualquier atisbo de permanencia.