La temporada del Deportivo no está cumpliendo las expectativas a nivel colectivo, pero tampoco en el plano individual por parte de muchos jugadores. El pasado sábado se vio cómo Riazor cargaba contra Albentosa o Lucas Pérez, dos de los que en los últimos meses no han dado un rendimiento a la altura de lo esperado. De ese grupo solía desmarcarse siempre Luisinho, manteniendo la regularidad y, quizá sin actuaciones sobresalientes, siempre manteniendo el aprobado.
Algo cambió con la entrada del nuevo año. Puede que por contagio del equipo, puede que por acomodo, Luisinho empezó a mostrar las mismas lagunas que sus compañeros de la zaga y dejó de ser tan incisivo en ataque. Al contrario que para Garitano y Víctor Sánchez del Amo, este año su condición de titular por delante de Fernando Navarro sí había sido clara, tanto para Pepe Mel como para Cristóbal. También para Seedorf en sus inicios, hasta el desastre de Getafe.
Tras ese encuentro, el holandés decidió tirar de Navarro para cerrar el carril izquierdo. Al buen rendimiento del catalán se unió una lesión muscular del luso, algo que le impedía luchar por el puesto en igualdad de condiciones. Pero le ha llegado una nueva oportunidad. La sanción de su compañero de posición, que vio la quinta amarilla ante Las Palmas, le proporciona a Luisinho un nuevo tren para consolidarse en el equipo y ante el Atlético no debería dejarlo pasar.
Porque el portugués debe dar un paso al frente ya no tanto pensando en la presente temporada, sino también en el futuro inmediato. Es el jugador que más tiempo lleva en la plantilla y hace unos meses renovó con el Deportivo hasta 2020. Su carácter, a pesar de haberle generado problemas en el vestuario, lo hace ser uno de los más queridos por la afición. Ante la posibilidad de un nuevo descenso, parece claro que Luisinho será una de las piedras sobre las que asentar el duro reto de regresar a Primera División, algo que él ya ha conseguido como deportivista, por tercera vez en esta década.