Llegó al Deportivo dos días después del cierre del mercado estival, y lo hizo avalado por una dilatada trayectoria en el fútbol italiano y un breve paso por el fútbol inglés. Ahora, Modibo Diakité busca ganar confianza y minutos en A Coruña.
Hablar de fútbol en Francia es hacerlo de las banlieue, la denominación usada en el país galo para definir los suburbios de las grandes ciudades. Erigidas a partir de los años 60 para acoger a la numerosa población foránea que acudía al país en busca de trabajo, urbes como París vieron como su extrarradio aumentaba de forma vertiginosa en apenas unas décadas para dar cabida a una auténtica amalgama de culturas procedentes de las antiguas colonias francesas. Puntos tan dispares del planeta como las Antillas, el Magreb o el Sahel hallaron en distritos como Noisy-le-Grand o Créteil un lugar desde el que partir de cero en Europa.
Modibo Diakité creció en uno de esos distritos, concretamente en la barriada de Bourg-la-Reine. Allí, a menos de una hora en automóvil de la ciudad metropolitana de Fontainebleau, el actual central del Deportivo dio sus primeros pasos en el mundo del fútbol, buscando emular la trayectoria del que Diakité reconoce a menudo como su referencia: el exinternacional francés Lilian Thuram. El mítico zaguero nacido en la isla de Guadalupe se crió a apenas 62 kilómetros del lugar donde el fornido defensor llegado este verano a A Coruña comenzó su trayectoria como jugador.
La estética de Bourg-la-Reine, pese a no llegar a asemejarse a las comunas que mostró Mathieu Kassovitz en su aclamado largometraje La Haine (El Odio), sí ha ido sufriendo una metamorfosis con el paso de los años que, en la actualidad, la acerca a la de los barrios obreros que rodean el núcleo central de la capital gala. Fue en el Bagneux, uno de los conjuntos de la zona, donde Diakité puso las primeras piedras de una trayectoria que le llevó a debutar en la Serie A precisamente en la temporada que Thuram dijo adiós a Italia para firmar por el Barcelona.
Captado por un cazatalentos en un torneo local, Diakité probó suerte con 14 años en clubes aficionados de la ciudad de Bolonia antes de pasar a integrar las categorías inferiores de la Sampdoria, el primero de los cuatro equipos transalpinos en los que el robusto defensor deportivista intentó lanzar su carrera profesional primero y, a continuación, probar suerte. Curiosamente, en esa etapa previa a su llegada a la élite, Diakité ya infundía respeto, pero en el área contraria y jugando como delantero. Poderoso en el juego aéreo y llamativo por su contundencia, la valentía de Diakité le hizo ganarse el pase en copropiedad al Lazio tras haber disputado apenas 90 minutos en la Serie B con el Pescara –donde desembarcó tras dejar atrás Génova-.
Lastrado por una fractura de tibia sufrida en la primera jornada de liga en la temporada 2007-2008, el futbolista africano encontró la estabilidad perdida dos años después con Davide Ballardini y, sobre todo, con el veterano Edy Reja. El experimentado preparador de Gorizia tuvo un papel trascendental en la recuperación anímica de un Diakité que, con 23 años y tres después de debutar en la élite apenas había podido acumular poco más de treinta partidos oficiales al máximo nivel. Sin embargo, los problemas físicos nunca dejaron de pasarle factura, y pese a que Claudio Lotito –presidente lacial- se empeñó en renovar un contrato que finalizaba en 2013, la negativa de Diakité le llevó a Inglaterra con Paolo Di Canio y, entre medias, desembocó en una consecuencia imprevista: el incendio de dos de sus coches por parte de un grupo de ultras de la hinchada del Lazio, conocidos por sus vínculos con la extrema derecha italiana.
Ahora, tras superar un breve paso por el Sunderland y la Fiorentina de Vincenzo Montella, el representado de Ulisse Savini -agente de Mauro Icardi y Baldé Keita, entre otros- busca recuperar el tiempo perdido en un Deportivo que, progresivamente, recupera efectivos, entre ellos el canterano Pablo Insua. Con apenas un partido a sus espaldas –ante el Real Madrid-, el jugador que un día creció en el patio del colegio Romain Rolland de Bagneux afronta su particular prueba de fuego en la que ya es su tercera experiencia europea fuera de su país natal.