Una derrota más aparece en el casillero del Dépor desde el pasado domingo. El Levante asaltó Riazor, y logró un triunfo que deja a los nuestros muy tocados y con la confianza en niveles realmente bajos.
El Levante se presentó en Riazor con las armas básicas que todo equipo, sin un gran potencial económico, necesita. Una capacidad asombrosa de sacrificio y un delantero que es una auténtica pesadilla para las defensas contrarias. Más allá de esos aspectos, las circunstancias no están siendo muy favorables para el equipo de Oltra. A los catorce minutos, la pareja de centrales que había salido en el once titular ya presenciaba el choque desde el banquillo por sendas lesiones. Un penalti fallado y varias ocasiones de gol erradas son aspectos que tampoco pueden pasar desapercibidos.
Las sensaciones que rodean al equipo hoy en día son bastante negativas, pero en un ejercicio de fe hay que seguir confiando en el equipo. En mi opinión, no existe comparación posible entre las derrotas en La Romareda y Vallecas con la del Levante. La noticia más positiva es que después de lograr tan solo dos triunfos en doce jornadas el equipo se encuentra a un punto de Granada y Celta, equipos que ahora mismo se encuentran fuera del descenso.
Es lógico y normal que el pesimismo se adueñe de los aficionados pero sigo pensando que hay equipo para salir de esa situación. La hinchada sigue mostrando que, hoy por hoy, permanece muy por encima de lo que el equipo muestra sobre el césped. Las jornadas pasan, y ese casillero de victorias tan pírrico debe cambiar de número este próximo domingo en La Catedral, el escenario ideal para buscar un más que necesario punto de inflexión.