No debía esperar el Deportivo comenzar con un paseo en la jungla que supone esta Segunda División. Por la dificultad de la categoría, y también por los cimientos al aire que todavía muestra la reconstrucción blanquiazul. La profunda reforma que la parcela deportiva ha llevado a cabo este verano quedó en evidencia el jueves en la sala de prensa, con esa sinceridad brutal de Natxo, «el equipo está muy verde», y un día después sobre el césped del Carlos Belmonte. Ahí se vio a un equipo que quiere mandar, pero de momento no sabe cómo hacerlo con continuidad.
Y es ahí donde la mejor noticia, tanto para el técnico como para el deportivismo, es Fede Cartabia. La decisión del argentino de quedarse es fundamental para que el Dépor pueda ir viviendo de su talento al tiempo que trata de asentar todas sus piezas. Porque el conjunto blanquiazul, como los otros aspirantes al ascenso, ha tenido que hacer muchos retoques en su ansiado deseo de regresar a la élite, pero no todos cuentan con una individualidad como la del argentino, que apenas tardó una hora en demostrar que está por encima.
Fue el rosarino el protagonista de todos los ataques coruñeses, bien por tierra, cuando el equipo llegaba combinando a tres cuartos, bien por aire, con los balones largos de un Domingos Duarte que ya ha recogido el testigo de Schär para esas suertes. El larguero le negó el gol en un precioso disparo y actuando como señuelo por dentro generó los mayores espacios en los costados para las subidas de Simón y Caballo.
Tiene mucho trabajo Natxo, sobre todo en ese rombo en el que sólo Álex Bergantiños rindió como se le espera. Edu Expósito y Krohn-Dehli mandaron hasta que les duró la gasolina y a Pedro Sánchez le costó mucho encontrar espacio ante la cerrada defensa del Albacete. Aunque las costuras se vieron más en defensa, descosidas cada vez que el rival lo estiraba un mínimo a lo ancho. Faltan kilómetros y varias piezas, también.
Hubo muchas noticias positivas, empezando por Diego Caballo. El lateral ha enamorado a su entrenador este verano y no falló en su estreno como titular. Responsable para cerrar su carril, criterio con el balón y precisión en los centros. Cada balón que pone en el área es sinónimo de peligro, como ya han podido confirmar Quique González, con mucho más trabajo que remate, y el propio Cartabia. También la jerarquía de Domingos en la zaga o esa sensación de equipo dominante de los primeros 70 minutos, culminados por una acción de estrategia.
Pero esa refundación blanquiazul debe ir mucho más allá del césped y tiene que estar también en la cabeza de los jugadores, que tras adelantarse en el marcador dieron un paso atrás como si delante estuviera otro rival de mayor entidad. El Dépor necesita acostumbrarse a ganar para que no le tiemblen las piernas cada vez que se pone en ventaja. Eso, y dejar de dispararse en el pie a la mínima que el contrario aprieta. La idea está y parece que el desarrollo va por buen camino. Esperemos que llegue pronto, y mientras tanto… Fede Cartabia.