Nueva victoria del Deportivo en Riazor, algo que está dejando de sorprender como fin, aunque en el caso del duelo con el Real Oviedo se llegara a él a través de unos medios diferentes. Porque el conjunto asturiano salió valiente, plantó cara y fue, seguramente, el mejor equipo que ha visitado A Coruña… pero se llevó cuatro. El buen arranque y la rápida adaptación no debe hacernos olvidar que los de Natxo González todavía están explorando todo su potencial. Y el pasado sábado fue el día en el que el Deportivo descubrió el contragolpe.
El equipo blanquiazul cambió la tortura por la inyección letal para el primer rival que se había atrevido a cuestionar su autoridad en casa. Resolvió el encuentro cuando entendió que no era el día para dominar. Por la propuesta que tenía delante y por su rendimiento propio, más impreciso de lo habitual. El paso por los vestuarios le sirvió a Natxo para hacérselo ver a sus jugadores, que en la primera parte parecían luchar contra la naturaleza de un encuentro que no lograban controlar.
Todo cambió tras el descanso, cuando el Dépor renunció a su plan A y empezó a sentirse cómodo al galope. «Nos viene bien ganar corriendo», sentenció el técnico al final del encuentro, consciente de que la batalla por el ascenso requiere la mayor versatilidad posible. Vicente y Edu lanzando a Quique y Carlos. Una y otra vez. Así pasaron los primeros 20 minutos del segundo tiempo. Lo único que evitó un nuevo tanto fue la falta de claridad de los puntas dentro del área.
La goleada del segundo tiempo fue posible gracias de nuevo a la estrategia y a otro tanto de Domingos Duarte, decisivo en las dos áreas
Al mismo tiempo el Oviedo tenía el balón, pero no sabía qué hacer con él. Algún centro lateral, algún disparo lejano… todo plano, sin apenas incomodar a un siempre seguro Dani Giménez. Entonces, cuando menos lo esperaba, llegó el golpe de gracia. Quique convirtió un pelotazo en asistencia gracias a un sprint que dejó en evidencia a Forlín y batió a Champagne con un disparo cruzado. Este gol quitó el tapón y diez minutos más tarde ya habían llegado otros dos tantos con Cartabia sobre el campo, máxima expresión de electricidad. Igual de vertiginosos, en tres o cuatro toques para que primero Carlos y luego Quique, otra vez, cerraran una goleada que, seguramente, hará que los próximos equipos que vengan a Riazor se lo piensen mucho a la hora de discutirle la pelota al conjunto coruñés.
Como los buenos equipos, el Deportivo tiró de pragmatismo y encarriló un mal día gracias de nuevo a la estrategia. Porque el escenario de la segunda parte no habría sido posible sin otro cabezazo de Domingos Duarte. El portugués, que sigue empequeñeciendo delanteros en su área, volvió a ser clave en la rival para abrir la lata y darle tranquilidad a los suyos a la hora de trazar el plan que llevó a la goleada.