Del “me obsesiona no encajar goles” al “me gusta que mis equipos lleven el peso del partido”, del 5-3-2 al 4-2-3-1, de jugar con dos interiores a jugar con tres mediapuntas, del fútbol efectivo al fútbol combinativo… Todas estas características podrían resumir la transformación que ha sufrido el Deportivo en tan solo un año. No ha cambiado el escudo, no han cambiado los colores, muchos se han quedado y otros se han ido, pero la novedad más importante es, sin duda, la que se ha producido en el banquillo y que ha devuelto las ganas a una afición que con los años había caído en la rutina: el cambio de Lotina a Oltra.
Miguel Ángel Lotina continuó la campaña 2010-2011 al frente del Deportivo para seguir con la buena labor que había iniciado tres años atrás y que había permitido a los coruñeses volver a soñar con los puestos europeos. En una temporada en la que los blanquiazules se reforzaron con futbolistas casi desconocidos, el técnico de Meñaka no supo darle la estabilidad necesaria a un vestuario unido en lo personal, pero perdido en lo profesional.
El curso estuvo marcado por muchos infortunios -las continuas lesiones, el polémico fichaje de Javito o los rumores de salida de varios jugadores- a lo que se sumó el constante baile de tácticas, formaciones y cambios en el once dirigidos en su mayoría a asegurar los partidos y a no conceder ocasiones. Defender era lo principal, anotar era secundario. El preparador vasco no apostó por el fútbol ofensivo hasta un mes antes de finalizar la competición. El equilibrio llegó tarde y, entre la mala suerte y los buenos resultados de sus rivales, el Deportio cayó irremediablemente a Segunda División.
En verano todo cambió. Augusto César Lendoiro planificó rápidamente la que debería ser la temporada del ascenso. El elegido para hacer frente a semejante reto fue José Luis Oltra, un técnico joven que desde su llegada prometió buen fútbol y, sobre todo, devolvió a la afición algo de lo que había carecido durante el último año y medio: ilusión.
Con Oltra, el Deportivo destaca por su juego combinativo, apoyado en hombres de calidad como Valerón, Juan Domínguez o Andrés Guardado, y por su efectividad de cara a puerta. Los blanquiazules han anotado 29 goles en lo que va de Liga Adelante y están a dos de igualar la marca que consiguió en la totalidad de la temporada pasada. Por otro lado, las dudas en defensa han ido desapareciendo con el paso de las jornadas y la actual pareja de centrales formada por Colotto y Zé Castro solo ha encajado un gol. La perfección se alcanzará cuando el entrenador valenciano consiga mejorar las actuaciones lejos de Riazor, una asignatura pendiente que no ha impedido que su equipo esté situado en puestos de ascenso directo.
Por encima de cualquier tipo de concepto táctico, el cambio de Lotina a Oltra se puede simplificar en la figura de un hombre: Juan Carlos Valerón. El ídolo del deportivismo fue suplente durante cuatro temporadas porque no encajaba en el fútbol de Lotina y porque el de Meñaka consideraba que su físico no le permitía jugar al máximo nivel. Con Oltra, el de Arguineguín ha vuelvo a ver la luz y se ha convertido en una pieza esencial del esquema blanquiazul al haber participado en todos los encuentros de Liga.
Jorge García