A CORUÑA
El poblado existente en la actual capital herculina dependió de Compostela, hasta la etapa de Xelmírez, primer arzobispo de la diócesis de Santiago. Pero el gran Xelmírez decidió entregarla al Rey y así, el año 1.209, finalizaron las obras de una nueva ciudad que Alfonso IX fundó con el nombre de Crunia. Iba a ser durante muchos años, un bastión de la realeza contra el enérgico poder de la mitra compostelana. Con el paso de los siglos, La Coruña fue ganando en esplendor y fuerza.
Carlos I, en 1.520, celebró Cortes en ella y desde su puerto partió para ser coronado emperador de Alemania. En 1.588, salió del puerto de La Coruña la Armada Invencible hacia el inesperado desastre del Canal de la Mancha; un año después la Corona española fracasó en su intento de invadir Inglaterra. Aprovechando las consecuencias de aquel desastre, el pirata Drake, al servicio de su reina, asaltó La Coruña.
Pero el pueblo, con la heroína María Pita a la cabeza, se enfrentó al invasor y lo rechazó. Drake destrozó la ciudad pero no pudo conquistarla. Aunque seguramente las apuestas -como las que puedes hacer en Sr. Casino- estaban a favor de los ingleses, finalmente A Coruña resistió.
Al comienzo de la guerra de la Independencia, La Coruña fue escenario de la batalla de Elviña, en la que murió el general inglés sir John Moore, cuyo heroísmo fue entonces premiado por la capital gallega; sus restos descansan en un tranquilo rincón de la ciudad vieja, en el jardín de San Carlos.
Poco después, en 1.815, el general Porlier, que había acaudillado un levantamiento contra el absolutismo de Fernando VII, es ejecutado en lo que hoy es la Plaza de España, entonces plaza de la Leña.
Hoy, la capital coruñesa es una ciudad que presenta un delicado equilibrio entre modernidad e historia, con una nueva y renovada imagen. Ahora más que nunca, La Coruña es la ciudad en la que nadie es forastero, parafraseando un viejo dicho turístico que hizo fortuna hace ya tiempo.
EL PASEO MARÍTIMO
Después de las reformas realizadas en él, hoy es el más largo de Europa. Empieza en el Castillo de San Antón, sigue la línea del puerto, pasa junto a la Torre de Hércules y llega hasta las playas de Orzán y Riazor. Una vuelta casi completa a la ciudad, que puede darse en algunos de los antiguos y remozados tranvías que funcionan desde hace ya algunos años y que le confieren al paseo un aire de tiempo pasado, que compensan las hermosas y llamativas farolas, de un color rojo vivo.
Como curiosidad, en una plaza situada junto al paseo, frente a la ensenada del Orzán, se exhibe un gigantesco reloj de pulsera, que funciona correctamente, como una parte más de la decoración urbana.
El Castillo de San Antón fue lazareto (hospital de leprosos) y cárcel, antes de ser el actual Museo Arqueológico, que acoge una interesante muestra de elementos de distintas épocas que nos permiten conocer mejor la historia de la ciudad. Además, en una de las salas del Castillo se proyecta una película que explica al detalle los acontecimientos más importantes de la capital herculina.
Frente al Castillo y junto al Paseo Marítimo, está el puerto deportivo y la nueva torre de control marítimo, otro elemento nuevo y ultramoderno, identificador de La Coruña.
ORZÁN Y RIAZOR
Una gran ensenada acoge las dos conocida playas de La Coruña, cuyo perímetro podemos recorrer por el paseo superior. Son playas tan apreciadas por los que buscan el sol como por los amantes del surf. Precisamente, en una plaza situada frente al nuevo y lujoso hotel Tryp María Pita, hay una fuente dedicada a los surfistas. En el frente marítimo de Orzán, está la Domus o la Casa del Hombre, museo interactivo obra del arquitecto japonés Arata Isozaki, diseñador del espectacular palau Sant Jordi, en el parque olímpico de Montjuïc, en Barcelona.
En el museo, enfrente del cual se encuentra la estatua de un soldado romano obra de Botero, se pueden hacer cosas tan interesantes como observar el nacimiento de un ser humano, contemplar el trabajo del corazón o admirar la curiosa reproducción de la sempiterna sonriente Gioconda, realizada con 10.062 fotografías de rostros de personas de todo el mundo.
Cerca del Domus está la que fuera Escuela de Artes y Oficios, en la que Picasso recibió sus primeras lecciones de pintura, ya que el genial autor del Guernika vivió durante su infancia unos años en La Coruña; las viviendas unifamiliares de la Ciudad Jardín y el remozado estadio de Riazor, donde el Deportivo conquistó la liga española del año 2.000.
AVENIDA DE LA MARINA Y LA CIUDAD VIEJA
Las galerías acristaladas de la Avenida de la Marina figuran en todas las imágenes tradicionales de La Coruña y en cualquier cartel turístico de la ciudad. Curiosamente, esa imagen no corresponde a las fachadas principales de las casas sino a su parte posterior. Las fachadas están en las calles que durante muchos años fueron eje principal de la ciudad: la calle Riego de Agua y sobre todo la Calle Real.
La Plaza de María Pita es un conjunto geométrico armónico casi cuadrado perfecto, 100 x 102 m, presidido en el centro de la plaza por la estatua de la heroína coruñesa. En ella destaca el neoclásico edificio del Ayuntamiento, construido en 1.917 y coronado por esculturas alegóricas de las cuatro provincias gallegas. En el majestuoso edificio, que puede visitarse, llaman la atención la soberbia escalinata central , un pequeño pero interesante Museo de Relojes que recorre la historia de los relojes desde el siglo XVIII hasta nuestros días e incluye piezas muy interesantes; y el hermoso salón de sesiones.
PLAZA DEL HUMOR
Desde la Plaza de María Pita, por la parte superior izquierda, se llega a la Iglesia de San Jorge, uno de los mejores conjuntos barrocos de La Coruña, y tras ella, frente al Mercado de San Agustín, la Plaza del Humor. Se trata de un pequeño y curioso rincón cuyo suelo está decorado con caricaturas y obras de los mejores dibujantes humorísticos y de tebeos. En dos bancos de la plaza están sentados los insignes Castelao y Alvaro Cunqueiro, como pétreo homenaje a su grandeza, incluso en el nunca fácil mundo del humor.
En las calles de esta zona encontraremos elegantes edificios modernistas, la comercial Calle de San Andrés y más allá, la Plaza de Pontevedra, hasta la que podemos llegar caminando por las estrechas y siempre muy concurridas calles de los vinos: Estrella. Olmos, Barrera y la Franja. Le sorprenderá la cantidad de bares y restaurantes, con una buena oferta gastronómica y precios más que razonables.
El Obelisco del Cantón Grande, que está al final de la zona peatonal, es una columna que rinde homenaje a Aureliano Linares Rivas, coronada por un reloj de cuatro esferas. Enfrente está la estatua de Curros Enríquez, obra de Asorey, y los jardines de Méndez Núñez, donde está el edificio modernista de principios de siglo conocido como Kiosko Alfonso que funciona como palacio de exposiciones, el jardín de la rosaleda y el Casino Atlántico Salas dedicadas a muestras de arte y exposiciones sin ánimo de lucro.
LA CIUDAD VIEJA
La historia de La Coruña es la historia de su ciudad vieja, a la que el Rey Alfonso IX, en el siglo XIII, concedió foro y defensa. La Puerta Real, junto a la Plaza de María Pita, sirve de entrada a la historia. En seguida llegamos a la iglesia de Santiago, construida con los sillares de la antigua Torre de Hércules. En su atrio se reunía el Consejo de la ciudad para tomar decisiones, privilegio poco común en la Galicia medieval. Esculpido en el tímpano de la fachada principal, Santiago Matamoros nos recuerda que allí empieza uno de los tramos el Camino Inglés.
La vieja Plaza de la Harina se divide en las actuales Plaza de Azcárraga y de la Constitución. Allí está el Palacio de Capitanía que, en el siglo XVIII, fue Real Audiencia. El escudo de Galicia, labrado en piedra en la fachada, es uno de los primeros que se incluyeron en edificios públicos.
A la Colegiata de Santa María del Campo, construida fuera de las murallas y pagada por el entonces poderoso Gremio de Mareantes, se llega por la calle de las Damas, la tradición dice que en ella vivieron Doña Dulce y Doña Sancha, hijas de Alfonso IX.
En la Plaza de la Colegiata, templo que tiene una curiosa inclinación apreciable desde el interior, está el barroco Pazo de Xose Cornide, un ilustrado que hizo diversas reformas en la ciudad. Y en medio de ambos monumentos, en el centro de la Plaza, un cruceiro elevado sobre una escalinata. Bajando en dirección a la Avenida de la Marina, pasaremos por la casa donde vivió durante algún tiempo Rosalía de Castro, y que hoy es un elegante restaurante que lleva su nombre.
Por la calle Herrerías llegamos a la casa de María Pita. La heroína coruñesa, en cuyo honor se celebra durante el mes de agosto un colorista festejo popular, combatió a los piratas de Drake que asaltaron la ciudad en el año 1.589.
El convento de Santo Domingo es otra buena muestra del barroco gallego. Fue construido por los Dominicos en el siglo XVII, después de que los ingleses destruyeran su vieja sede durante el citado asalto.
Por la calle del Príncipe llegaremos a uno de los más tranquilos y hermosos rincones de La Coruña, el jardín de San Carlos, que había sido antiguamente una poderosa fortaleza. En el centro está la tumba de Sir John Moore, general inglés derrotado y muerto en la batalla de Elviña por los franceses en 1.809, y las placas con las alabanzas del general Wellington a la valentía de los soldados gallegos que tanto le ayudaron a derrotar a las fuerzas napoleónicas.