“Nos faltó marcar un gol. El que llevó el peso del partido fue el Deportivo, pero no con buen sentido. No pudo ser; qué le vamos a hacer”, explicó Arsenio Iglesias tras el duro varapalo colectivo que sufrió la afición deportivista el día en que Miroslav Djukic falló el penalti que bien pudo valer la conquista de la Liga en la temporada 1993-1994. Otro mazazo que ya forma parte de la historia del club es el que se vivió el 1 de junio de 2013, cuando se certificó que el conjunto coruñés regresaba a la Segunda División un año después de haber regresado a Primera.
Ni Fernando Vázquez fue capaz de evitar el desastre, aunque al menos consiguió que el equipo descendiese de categoría con dignidad. También ilusionó a la afición deportivista, que vio como José Luis Oltra había pasado de héroe a villano. El entrenador del ascenso había dejado al Dépor muy tocado, y a Augusto César Lendoiro no le quedó más remedio que destituirlo para intentar reflotar el barco con la llegada de Domingos Paciência. Sin embargo, el portugués no aguantó la presión y apenas duró seis jornadas en el cargo. La última esperanza fue un Vázquez que vino cargado de ilusión.
Tres técnicos en una misma temporada. Nunca se había visto tal cosa durante el mandato de Lendoiro, que hasta entonces solo había optado por cambiar al inquilino del banquillo en tres ocasiones a lo largo de 24 años. Sin duda, la situación tan drástica que atravesaba la entidad requería de medidas desesperadas. Además, a nivel institucional tampoco había mucha más tranquilidad. Al contrario, se solicitó la entrada en concurso de acreedores en la segunda semana del mes de enero. Empezaba una nueva etapa que nadie sabía lo que podía deparar.
Una resurrección inesperada
El balance de Oltra fue paupérrimo, ya que apenas sumó 12 puntos en 17 partidos. Pero Paciência tampoco lo superó y logró cuatro puntos en seis jornadas. La presión le pudo y prefirió marcharse. Con los dos ya lejos de A Coruña, le llegó la oportunidad de su vida a un Fernando Vázquez que llevaba varios años sin ejercer de entrenador. Vino convencido de que mientras ‘hay vida, hay esperanza’. Transmitió esa fe a la parroquia blanquiazul y a los propios jugadores, que reaccionaron como no lo habían hecho antes. Fue una resurrección en toda regla.
Con el paso de las semanas, el objetivo de salir de los puestos de descenso parecía que estaba al alcance de la mano. La primera victoria del preparador de Castrofeito llegó precisamente en el duelo más esperado: en el derbi ante el Celta. El Deportivo se impuso a los vigueses por 3-1 gracias a los goles de Iván Sánchez Rico ‘Riki’, Sílvio Azevedo y Diogo Salomão, que mantuvieron vivo el sueño de pelear hasta el final por la salvación. Ese fue el punto de inflexión que cambió el rumbo.
Llegaron tres victorias consecutivas ante Mallorca, Zaragoza y Levante que dieron alas al equipo. Y los de Vázquez salieron de los puestos de descenso. El milagro había sido posible, pero los resultados no acompañaron del todo en las siguientes semanas. Así, llegaron a la última jornada con un punto de ventaja sobre la zona de peligro. Pero cualquier esperanza desapareció casi por completo con el tanto de Griezmann. Igual que en 2011 frente al Valencia, la suerte fue esquiva y de nuevo se vivió el drama de un descenso en el Estadio de Riazor.
Líderes a pesar de las dificultades
Marcado por la incertidumbre a nivel institucional, el verano no fue nada sencillo en el seno del Dépor. Se fueron varios de los futbolistas claves y la cantera tuvo que tomar el relevo por la fuerza. Fernando Vázquez sabía de las carencias de su plantilla, y no dejó de experimentar para sacarle el máximo rendimiento. Al principio le costó, pero cuando los blanquiazules se quisieron dar cuenta ya eran líderes. Esta vez, el técnico gallego espera poder realizar el milagro que no pudo hacer cuando llegó por primera vez al banquillo deportivista.
Iván Aguiar