Me piden que hable de Valerón, y me asusta un poco. Por dos razones principales: porque no creo que pueda decir algo que no se haya dicho ya y, sobre todo, porque creo que no tengo palabras en mi vocabulario que puedan explicar todo lo que Juan Carlos Valerón Santana simboliza, demuestra, enseña y ha significado para mí. Y seguro que para muchos otros.
Llegó del Atlético de Madrid cuando su equipo bajó a Segunda, acompañado de Molina y Capdevila. Llegó con una sonrisa en la boca y una vitola de jugador talentoso, pero sin carácter. Error. Por desgracia muchas veces confundimos los términos: que un jugador no se queje airadamente, no proteste cada decisión arbitral o no «raje» en la prensa no quiere decir que no tenga carácter. Valerón ha demostrado que el carácter no es eso; carácter es no esconderse en ningún partido, querer siempre el balón, hacer mejor a todos y cada uno de sus compañeros. ¡Eso es carácter!
Desde el primer día se ganó el respeto y cariño de todos sus compañeros, entre los que estaba este que os escribe. Su buen humor, su humanidad y su calidad no pasaba desapercibida. Por supuesto tampoco para vosotros.
Año tras año su leyenda se acrecentaba, incluso en la selección nacional, donde -y eran otros tiempos- dejó su impronta. Valeron es al fútbol lo que Magic al basket. Muchos opinan que Jordan ha sido el mejor de todos los tiempos, y puede ser. Muchos puntos, jugadas decisivas…pero Magic era diferente. Magic era muy grande y hacia mejores a sus compañeros.
Magic prefería una asistencia a una canasta. “Una canasta hace feliz a un jugador, una asistencia a dos» decía. Pues eso es Valerón en un campo de fútbol. Es el mago que busca compartir su felicidad, prefiere dar un pase y dejar a su compañero solo antes que marcar él. Eso podéis preguntárselo a cualquier delantero del Dépor de los últimos 13 años. Desde Makaay y Diego Tristán hasta más recientente Riki. Todos ellos y muchos otros jugadores han disfrutado de los pases y jugadas del ‘Flaco’.
Pero esto ya lo sabéis. Si tengo que añadir algo más es su carácter ganador, su competitividad, pero con un sentido de la deportividad que yo desconocía . Al ‘Flaco’ no le gusta perder ni a la Play, pero siempre se ciñe a las normas. Por eso no protesta, ni cuando le dan una patada, y eso señores y señoras, SÍ debe de ensalzarse. Ahora que escuchamos que a las estrellas hay que protegerlas, ya sabéis de quien hablo, a él también se debe, y quizás más que a nadie. Ayuda a los árbitros, nunca simula, nunca finge y eso hoy en día no tiene precio. No tiene precio para enseñárselo a nuestros hijos, y no los ejemplos que por desgracia se ven en los «grandes partidos».
Valeron es FÚTBOL. Así, con mayúsculas.
Cruyff apuntaba que «el fútbol es fácil, lo complicado es jugarlo de manera sencilla». Puedo decir sin temor a equivocarme que Valeron hace el fútbol sencillo. Sin florituras, sin rabonas, sin caños, sin posturas, ni peinados. FÚTBOL en estado puro. En un control hace dos cosas: te dribla y se acomoda la pelota. No hay regates superfluos, solo el pase en las mejores condiciones para el compañero.
No puedo dejar de comentar que nunca ni a nivel nacional ni internacional se le ha valorado como se merece. Su nivel futbolístico es similar a jugadores com Zidane, Pirlo, Xavi… pero su personalidad tranquila y comprometida con un club le ha cerrado el escaparate de los mitos.
Valeron podría haber jugado, por condiciones, en los mejores clubes del continente. Pero prefería jugar donde se divertía, donde compartía día tras día esa alegría con sus compañeros y con vosotros. El Dépor. Podría nombrar mil anécdotas de su amabilidad, generosidad y cálidad humana, pero no lo voy a hacer. Lo resumiré diciéndoos que su nivel como persona es, como mínimo, igual que su fútbol.
Termino ya, y creo que no le hago justicia al ‘Flaco’. Si lo lee espero que se vea mínimamente reflejado, y si vosotros lo leéis espero que entendáis que es el mejor jugador con el que he jugado en mis 16 años de profesional, y que me ha enseñado cosas que nunca podré olvidar.
Me da pena despedirme de él, así que no lo haré, sólo diré… CIEN MIL MILLONES DE GRACIAS «FLACO». Hasta pronto amigo.
Dani Mallo