El regreso a Primera se ha cimentado en el cambio en el estilo de juego del equipo y en una gestión más que inteligente por parte de la directiva del club, que convirtió Riazor en un fortín inexpugnable para el resto de equipos de la categoría.
Cuerpo técnico
Pocos días después del anuncio de la marcha de Miguel Ángel Lotina tras el descenso a la categoría de plata, se anunció la llegada de José Luis Oltra, un entrenador joven, con experiencia en segunda división y, lo que es más importante, artífice de dos ascensos, uno con el Levante y el último ascenso del Tenerife a la Liga BBVA. Como segundo entrenador llegaba su inseparable Chema Sanz, que también desarrollaría las funciones de preparador físico junto a Franganillo.
Nada más pisar los campos de Abegondo, apostó por inculcar a sus jugadores un estilo ofensivo y de posesión de pelota, todo lo contrario a lo que estaba acostumbrada la afición herculina en años anteriores, donde el fútbol defensivo y rácano de Lotina tenía más que aburrida a la parroquia blanquiazul.
La primera clave del técnico fue utilizar por las bandas extremos en vez de interiores. La llegada de Buno Gama y Salomão, unida a la gran temporada de Andrés Guardado han sido bazas importantes en el juego desarrollado por el equipo.
Otro factor de importancia ha sido la inclusión en el eje del centro del campo de mediocentros con llegada al área, como es el caso de Juan Domínguez, que han dotado al equipo de cierta vocación ofensiva e incluso de Álex Bergantiños.
Juan Carlos Valerón y el rol que ha desempeñado en el esquema de juego del entrenador han sido imprescindibles esta temporada. El canario ha cumplido con creces las expectativas y ha sido la temporada que más minutos ha disputado desde su llegada al Deportivo. Los aficionados han disfrutado con su juego y ha sido determinante en muchos enfrentamientos.
El técnico ha sabido llevar la batuta del equipo con trabajo y seriedad, haciendo los cambios oportunos en el once titular cuando los suplentes se reivindicaban, o cuando había ausencias por sanción o lesión. Esto aumentaba la competencia dentro del grupo, fundamental para el buen rendimiento general.
Directiva
El descenso a Segunda División se suponía como un varapalo para Augusto César Lendoiro y para las ya de por sí debilitadas arcas del club. Con la disminución de los ingresos por los derechos televisivos, muchos auguraban grandes problemas de solvencia para los blanquiazules si no se conseguía el retorno a Primera División en el primer año en el infierno. De esto fueron conscientes en la Plaza de Pontevedra, donde se pusieron manos a la obra.
Una apuesta de riesgo fue mantener a jugadores como Colotto o Guardado, pudiendo haber sacado ‘tajada’ por ellos el verano pasado. El mexicano ya ha anunciado su marcha con la carta de libertad bajo el brazo y el argentino podría correr la misma suerte.
La otra clave de la gestión del club ha sido la afición. La directiva comenzó a trabajar en una campaña de captación de socios -con precios muy asequibles- que ha llevado a la entidad herculina a superar la nada desdeñable cifra de 27.000 socios, bajo el lema de ‘Fe en el Dépor’. Además, el club puso en marcha durante casi toda la temporada la oferta de entradas a 5 euros para los acompañantes de los abonados. Todo esto hizo posible que Riazor se convirtiese en un fortín que registró grandes entradas durante casi toda la temporada.
El representante Jorge Mendes jugaría también un papel importante al poner facilidades a Lendoiro con la llegada de dos jugadores de calidad como Bruno Gama y Salomão, que han desarrollado un papel clave esta campaña.
La directiva blanquiazul ha hecho, desde que se consumó el descenso, un ejercicio de inteligencia -corriendo varios riesgos- que ha cosechado sus frutos con el ascenso a la categoría de oro del fútbol español.
Antonio Bellot