Las carencias defensivas, las posibilidades defensivas, el buen Rayo de Paco Jémez o un poco de Juan Domínguez, temas de interés de este análisis del regreso de Riazor a la Liga BBVA.
1. Primer punto de la temporada para el Deportivo en un partido francamente complicado para los de Víctor Fernández. Empezó muy bien el conjunto blanquiazul, con 25 minutos iniciales abrumadores (robando arriba y presionando muy bien), pero se desinfló en cuanto el Rayo Vallecano dominó la posesión. Fue entonces cuando se notaron las carencias en defensa de un equipo que todavía no está formado ni aclimatado a lo que quiere su entrenador.
2. El estilo que quiere prácticar el míster herculino necesita en defensa de la colaboración de todos sus hombres. Necesita que Luis Fariña se enchufe y ayude a su lateral, necesita que Isaac Cuenca haga lo propio en la derecha con Laure y necesita que sus dos hombres más adelantados -Toché y Medunjanin- presionen y dificulten la salida de balón rival. Así habrá muchos menos espacio para que el contrincante juegue con fluidez y que hombres como Roberto Trashorras sufran y no tengan tanto espacio.
3. Hasta el momento, el que mejor está entendiendo esta característica del estilo del técnico maño es el pulmón de este Deportivo: José Rodríguez. Intensísimo en la presión, no da un balón por perdido y su espíritu contagia a sus compañeros. O debería hacerlo. Hay un dato revelador que refleja esta circunstancia. El alicantino es el que más faltas ha provocado de toda la Liga BBVA en estos dos partidos, 19, y eso que frente al Rayo le sustituyeron alrededor del minuto 60. Va al límite, y le costará acarrear con tarjetas, pero también conseguirá forzar errores como el de su debut goleador en Primera.
4. En ataque hay con lo que ilusionarse. Se ve un equipo con posibilidades. Fariña está ofreciendo destellos de lo que puede dar esta temporada, Cuenca ya hace diabluras por la banda y parece que va a más, Lucas está a punto de volver con lo que significa la ilusión que puede aportar, Medunjanin es ese punto de liderazgo que le faltaba al equipo y Toché siempre asegura trabajo. Cuando estos futbolistas, que nunca han jugado juntos previamente, comiencen a compenetrarse serán un quebradero de cabeza para cualquier defensa.
5. Lo que sí veo que le falta al Dépor es un jugador capital para practicar este fútbol ofensivo. Le falta ese hombre que mueve los hilos y hace jugar a sus compañeros. Le falta, entendámonos, un Xavi Hernández o un Andrea Pirlo. El que distribuye, el que marca el tempo, el que decide qué se hace y cuándo se hace. Me diréis que Xavis y Pirlos no se regalan por las esquinas. Pero fíjense en Roberto Trashorras, fíjense en Carlos Pita. Son jugadores que saben a lo que debe jugar el equipo y aunque a veces no salga bien ellos no cejan en su empeño de dominar los partidos. Para mi gusto el Dépor puede tenerlo ya en sus filas, que es Juan Domínguez, pero el de Pontedeume debe dar ese paso al frente. Todavía no lo ha dado en estos dos encuentros. Se le espera.
6. El que sigue sin encontrar su nivel es Luisinho, cambiado en el segundo tiempo en Los Cármenes y suplente en Riazor. El portugués salió desde el banquillo y perdió el balón que propició el segundo tanto de Alberto Bueno. Que tenga mucho ojo porque si arriba no tiene sitio, es Roberto Canella el que va a más en la izquierda, y eso que sufrió lo suyo con el mexicano Aquino, cedido por el Villarreal en el Rayo y con una pierna derecha de lujo.
7. Me gustaría utilizar un espacio de este análisis para hablar de un pedazo de entrenador que nos ha conquistado a todos. Paco Jémez está consiguiendo en el Rayo Vallecano lo que nos había enseñado en el Córdoba en Segunda. Dominador, valiente, descarado. Así es el equipo del canario. Y de la nada, que es lo que tiene más mérito. Las características del fútbol que practica Jémez hace mejorar a sus pupilos, que ofrecen su mejor versión con él como entrenador.
8. En definitiva, no saquen todavía las escopetas porque se ha sacado un punto frente a un equipo que en el cómputo general ha sido mejor. Hay 15 días para explotar en los entrenamientos esas posibilidades que se adivinan en una plantilla con muchos recursos y perfeccionar el entramado defensivo en un estilo de juego que puede dejar en evidencia a sus centrales si no tienen la ayuda necesaria de sus compañeros.