Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la derrota ante el Langreo:
Empiezo a escribir esto un par de horas después de recibir mi primera dosis de la vacuna contra el Covid 19. Con el brazo dolorido (lo esperado) y con ganas de empezar a dejar atrás el infierno de este último año y medio. Y con esperanza.
También lo que sucedió en Langreo el domingo fue un poco lo previsto, (no en el resultado, desde luego) pero no por esperado resultó menos decepcionante y, lo que es peor, grave para el devenir de un club como el Dépor que bajo ningún concepto se puede permitir quedarse a mínimo dos años del fútbol profesional. Porque es verdad que no meterse en la pelea por el ascenso fue un palo, pero podrías estar peleando hasta al final para quedarte igualmente en Primera RFEF. Pero lo que no puede pasar bajo ningún concepto es terminar el año, otra vez, en una categoría inferior a la que estabas cuando lo iniciaste. Y el Dépor parece empeñarse en mantener todos los escenarios abiertos.
Decía la semana pasada que todo lo que no fuese ser protagonista y querer dominar el partido sería decepcionante, y aunque en cierta manera y por fases del encuentro se hizo, a mí el equipo me defraudó. Individualmente muchos jugadores, y el equipo en sí como tal, también.
Es cierto que jugar en un campo sintético cambia mucho. Es ridículo obviar eso. Jugar al primer toque es más difícil, apretar al rival es más fácil y todo eso hace que los partidos sean incómodos de ver y de jugar. Pero yo soy de los que pienso, como decía Rubén, que en cualquier superficie, el más rápido, el más fuerte, el más técnico tiene ventaja, y los jugadores del Dépor en cada línea deberían ser superiores a los del Langreo y no fue así.
Todo podría haber sido diferente si Villares hubiese acertado en la ocasión tan clara que tuvo al principio. Depor en estado puro: desborde de Keko, gran pase, llegada desde segunda línea de Villares… pero también Dépor en estado puro: falta de gol. Ocasiones que no se pueden fallar y que cambian el signo de un partido que, por otro lado, nunca fuimos capaces de dominar.
Creo que condicionado por el campo, Rubén eligió a Rayco en vez de Raí. Es la segunda vez que toca el equipo desde que encontró su once y ninguna de las dos veces acertó.
Rayco, a diferencia de Villares, va perdiendo cierto fuelle desde su aparición en Coruxo, porque lo más difícil para un canterano no es debutar, sino mantenerse, cuando ya los focos no están sobre todo lo bueno que haces y cuando se te empieza a exigir lo mismo que a los demás. Villares, sin embargo, (sin hacer tampoco un buen partido el domingo) da la sensación de que lleva en el equipo toda la vida. Es la mejor noticia del año, casi la única buena.
La primera parte me recordó al Deportivo de hace unos meses. Sin plan aparente, pérdidas de balón constantes, despejes sin sentido, centros a ninguna parte… otra vez esa sensación de no ver la forma de hacer gol, ni siquiera de estrategia, en la que otra vez fuimos inofensivos.
En la segunda, el cambio, el equipo dio un paso al frente. Quizá porque el Langreo no era capaz de estar tan encima, o porque el Dépor se dio cuenta de que no le llegaba, se empezó a jugar más en campo contrario. Pero los errores en las áreas marcaron el partido. Miku hizo lo más difícil para luego fallar incomprensiblemente el mano a mano, y poco tiempo después Granero certificó su mala tarde con un error en un despeje impropio de un central que tiene en el juego aéreo su principal virtud.
De ahí al final, ganas pero no ideas. Un bagaje muy pobre para un Dépor que tras la derrota del Racing tenía ante sí una ocasión perfecta para poner tierra de por medio con el infierno. Rubén de la Barrera pierde cierto crédito en un momento de la temporada en la que no sólo (que ya es muchísimo) se juega la categoría el equipo, sino la confianza de una afición que lleva aguantado y apoyado mucho y que en cuanto vuelva a Riazor va a exigir (y con razón) a todos, empezando por el entrenador. Yo creo que es el indicado, y que merece por lo menos iniciar un proyecto con tiempo y con sus propias herramientas, pero la imagen del equipo en partidos como los de ayer no ayudan a que desaparezca el ruido. Cuesta pedir paciencia cuando lleva sin haberla muchos años, y cuando el equipo va de desastre en desastre.
La derrota pone otra vez al equipo en un escenario peligroso. La siguiente parada es Numancia en casa. Un equipo en situación similar a la del Dépor pero que parece haber encarado esta fase con más ganas o más energía. De lo que pase el domingo dependerá que se afronte la segunda vuelta con cierta tranquilidad o al borde del precipicio. Y la experiencia nos dice que el Deportivo no se encuentra cómodo caminando sobre el alambre.