El 10 blanquiazul ha acabado la temporada como uno de los jugadores más destacados de la plantilla, cosechando números que indican constancia y una gran evolución a nivel defensivo.
La rocosidad y la falta de flujo ofensivo han sido una constante para el Dépor durante toda la campaña. Este contexto dibujaba a priori un escenario complicado para un centrocampista de las características de Juan Domínguez, más dado al mimo que a la contención. Por momentos, la figura del canterano parecía desaparecer, fomentando cierta impaciencia en una parroquia ansiosa de cabriolas y pases en profundidad. Ahora, una vez finalizada la temporada y viendo en perspectiva el trabajo de todos y cada uno de los protagonistas del ascenso, se demuestra que Juan sí estaba. Más ascético, más oscuro, pero mejor.
Y es que las estadísticas no dejan lugar a dudas: el de Pontedeume ha destacado no sólo en lo que a limpieza en el pase se refiere (su virtud más popular), sino que también ha desempeñado una labor muy meritoria a nivel defensivo. Ha sido el jugador que más faltas ha recibido del equipo (84), pero también el que más ha cometido (50). El equilibrio y la sobriedad que destilan estos números han sido la causa directa por la cual Juan Domínguez ha sido el jugador más utilizado por Fernando Vázquez durante el año, disputando un total de 3490 minutos con la elástica blanquiazul. Más madera: 60% de duelos ganados y 68 intercepciones de balón que demuestran su fiabilidad dentro del cerrojo. En área contraria su nivel tampoco ha sido bajo, ya que ha sido uno de los jugadores que más lo ha intentado en la parcela ofensiva (28 disparos a puerta, 15 entre los tres palos), sumando cuatro goles y dos asistencias.
En resumen, un aprendizaje táctico evidente que mejora y completa su ya conocida capacidad técnica. El que estaba llamado a ser el heredero de Juan Carlos Valerón se ha replegado, ha dado un paso atrás en el campo que paradójicamente no lo esconde, mostrándose más regular, más entero con y sin balón. Un paso importante que debe refrendar la próxima temporada en Primera, cuando en su chaleco de combate luzca ya un nuevo galón.