Hace algo más de tres años, Andrés Iniesta dejó una frase memorable en una entrevista con Luis Martín en El País. «Héroes son los que luchan contra una enfermedad, o el que tiene que emigrar para dar de comer a sus hijos… Yo soy un privilegiado que juega al fútbol y que a veces tiene la suerte de hacer feliz a mucha gente». Así, como si tal cosa, un hombre a quien muchos miran y admiran como si fuese un semidiós decide tirarse del pedestal para dejar sitio a quien realmente lo merece. Una dosis de realismo brutal que nunca deja de ser conveniente en un mundillo repleto de humo, espejos y héroes de barro.
Esta es la historia de un héroe de verdad.
Adrián tiene 7 años. Es de Burgos pero Israel, su padre, se aseguró de inculcarle la pasión por el Dépor desde su primer día de vida. Ahora que la Liga es más bipolar que nunca, ahora que competir por títulos es un privilegio al alcance de pocos, resulta complicado enseñar a un niño que un sentimiento puede valer más que mil trofeos; pero Adrián abrazó con fuerza el credo blanquiazul. A casi 500 kilómetros de distancia, Israel consiguió sumar un miembro a la familia deportivista.
En septiembre de 2013, los médicos detectaron que Adrián padecía un meduloblastoma, un tipo de cáncer más común en edad pediátrica y que aparece en forma de tumor en la cabeza. Parecía que una operación, una quimioterapia y una radioterapia bastarían para curar a Adrián; pero desafortunadamente el tumor reapareció durante el tratamiento. Tal como relata su padre, no quedó más remedio que continuar en el hospital para tratar de contenerlo.
Sólo es fútbol, dicen algunos; pero lo cierto es que el sentimiento blanquiazul ayudó a este pequeño gran valiente a afrontar un proceso muy duro. «Durante la quimio no se quitaba la gorra del Dépor ni para dormir», explica Israel, «gracias a Adri, muchas enfermeras y médicos del Hospital Niño Jesús de Madrid se hicieron también un poco del Dépor». El tratamiento obligaba a aplazar una y otra vez la soñada visita a Riazor, ansiada tanto por Adrián como por su padre.
Durante la pasada campaña, la deslumbrante explosión de Lucas Pérez hizo que el niño pusiera sus ojos en él. Una admiración apasionada en la que Israel trató de rescatar un ejemplo para su hijo:
«Cada vez lo veía en más medios, en la tele… y en su FIFA. Llegaba un punto en que él mismo jugando decía «¡balones a Lucas para marcar gol!», lo miraba en fotos y se intentaba peinar como él, miraba todos los resúmenes para ver si Lucas le dedicaba un gol… se había convertido en su ídolo, en alguien a quien mirar. Y además yo le explicaba que Lucas hacía lo mismo que él. Lucas luchaba en el campo y lo dejaba todo, Adrián lo hace en la vida: lucha, lucha y lucha«.
Hoy por hoy, lo único que pueden hacer los médicos es intentar que el tumor de Adrián «se mantenga dormido, que no vuelva a crecer. Ahora está bien, es un niño que hace vida normal y yo lo he aprovechado para intentar cumplir muchos de sus deseos«. Con ese objetivo entre ceja y ceja, Israel se puso en contacto con el área social del RC Deportivo, con el consejero Martín Pita y con «la persona que más ha hecho por Adrián, que es Gelines Romero. Se volcó con nosotros desde el primer minuto». Ya durante la pasada campaña, la directora de la oficina de atención al accionista hizo llegar a esta familia un balón y una camiseta firmada por toda la plantilla del Dépor. Y hace algunas semanas, en plena pretemporada, Adri se quedó de piedra al recibir este vídeo, al que no dudó en dar respuesta:
El pasado viernes llegó uno de los días más esperados por Israel y Adrián: por fin podrían visitar juntos el estadio de Riazor. Gelines Romero les citó dos horas antes del partido. «Nos dijo que tenía preparadas varias sorpresas», rememora el padre, «como clavos, pudimos estar a la hora acordada; y lo primero que observé fue la cara de Adrián al ver tanta gente del Dépor. Nunca había visto más de tres juntos y allí pudo ver gente y gente, con muchos niños de su edad».
La empleada del club les condujo al interior del estadio. «Allí estaba Lucas Pérez. Se nos acercó enseguida en cuanto vio a Adrián, pudo darle besos y hablar con él. Con su timidez, Adrián le hizo algunas preguntas, le dijo que no se vaya del Dépor; y Lucas le prometió que le regalaría su camiseta al final del partido, que contara con ella». La segunda sorpresa del día fue la oportunidad de fotografiarse junto al once titular del Deportivo que se enfrentaría al Eibar. Por supuesto, en brazos del ‘7’ blanquiazul.
Y por fin llegó la hora del encuentro. Mientras Adrián disfrutaba del partido y del estadio, su padre disfrutaba al ver a su hijo cumpliendo un sueño.
«Tuvimos el enorme placer y privilegio de estar en uno de los palcos VIP de Riazor. Adrián pudo ver Riazor. No creo que se me olvide su cara y su mirada viendo Riazor desde la grada. Cuando le llamaron para bajar al césped y hacerse la foto pude verle desde la distancia, también pude ver cómo Lucas lo buscó para cogerlo en brazos y hacerse la foto, cómo se despidió dándole un beso. Pudimos disfrutar de todo el partido animando al Dépor como los que más… y al estar tan cerca del fondo, Adri me preguntaba por qué cantaban todo el rato. Y soltaba cosas como que parecía que estaba jugando al FIFA… ¡y cómo gritaba cada vez que se acercaba Lucas!
Como todos los deportivistas, pudimos gritar el gol de Lucas; y enseguida nos estaban esperando para volver corriendo al césped, puesto que Lucas tenía que cumplir con lo prometido. Y así fue. Adri le esperó en el túnel del vestuarios y Lucas, que fue el último en marcharse, ya venía quitándose la camiseta, sonriendo, mirando a Adrián«.
Fue un final perfecto para un día perfecto. «Me hubiera gustado darle las gracias personalmente a Lucas, pero entre toda la gente no me oía y no pude hacerlo. Sólo nos quedó eso, dar las gracias a todo el RC Deportivo y a Lucas; porque este subidón de energía es lo que mejor le viene a Adrián y no lo olvidará nunca», concluye Israel.
Adrián es feliz creyendo que conoció y abrazó a su ídolo. A un héroe. Pero el héroe de verdad es él. Porque sólo es fútbol. Y eso es lo que de verdad importa.