El paso de Míchel Herrero por A Coruña no será recordado por sus actuaciones sobre el terreno de juego. La mala suerte de las lesiones impidió al centrocampista de Burjasot tener continuidad en el conjunto blanquiazul, aunque a día de hoy recuerda con cariño su etapa en el Deportivo. En una entrevista en el programa ‘Veus Fé-Cé’ de Plaza Podcast recapituló varios de aquellos momentos como deportivista en la temporada 2010-11.
El primero de ellos y el más destacado es su relato de la lesión de rodilla que le mantuvo siete meses apartado del fútbol: «Se me bloquea la rodilla en el Teresa Herrera contra el Newcastle por primera vez. Se me había quedado que ni recta ni nada, no la podía girar. Me asusté muchísimo porque era la primera vez que me había pasado en la vida. El doctor me la desbloqueó y me dejaba hacer vida y entrenar, pero llega el primer partido de liga o segundo y me pasa lo mismo. Dice Lotina ‘Míchel, esto no puede ser, tienes que mirártelo’. No era ni ligamento ni nada, era una sutura meniscal».
Fue ahí cuando comenzaron unos meses de sufrimiento en la que además era su primera experiencia lejos de casa. «Me voy al Deportivo de La Coruña porque muestran mucho interés Lendoiro y el míster, pero pasa el primer mes y me rompo. Entonces vinieron mis padres, estuvieron conmigo en la operación con mi hermano, pero después les dije que se fueran. Quería sufrir y llorar. Quería pasarlo mal. Me ayudaron Andrés Guardado, que me dio la vida y ‘me adoptó’, Iago, un trabajador que me ayudaba y una chica que me ayudaba con la limpieza», explicó.
En un momento de soledad y tristeza encontró apoyo en uno de los pesos pesados de ese vestuario: «Hay una persona que me ayudó muchísimo, que fue don Juan Carlos Valerón. Venía de romperse tres veces seguidas y yo le decía ‘Juan Carlos, que no vuelvo a jugar’. Estaba muy negativo y me enseñó una frase que no se me olvidará nunca más en la vida: ‘Míchel, todo en la vida pasa por algo’. Con el tiempo lo veo. Tiene una forma de ver la vida diferente».
El descenso del Deportivo ante el Valencia
La temporada del Dépor no tuvo final feliz y después de veinte años en la élite acabaría cayendo a Segunda División tras perder en la última jornada ante el Valencia, precisamente el equipo que había cedido a Míchel Herrero. Para él fue algo que «sabe mal, tengo una deuda con el Deportivo y la afición» al no haber podido ayudar junto a sus compañeros en el césped. Sin embargo, sí que buscó echar una mano de otra forma.
«Hablé con todos mis excompañeros del Valencia. No les estoy diciendo que se metan en propia. No tengo ninguna queja porque el Valencia jugó andando, pero la culpa fue nuestra. Durante la semana hablé un poco para pedir ayuda y a los jugadores en el campo. Ellos me decían ‘Míchel, no vamos a hacer nada’, pero el fútbol es así. Fue una desgracia. Teníamos un gran equipo, pero son circunstancias», relató casi trece años después.
Finalmente, también tuvo tiempo para analizar el presente del equipo coruñés en Primera Federación: «Por ciudad, por afición… llenan el campo para los juveniles. Es increíble cómo viven el fútbol y cómo apoyan. Tiene una estructura para estar arriba y se lo merecen. Una desgracia la dinámica. Hace dos años fue mala suerte con el Albacete, pero este año va a tocar».