El Fabril vivió una temporada de sensaciones contrapuestas. Tuvo un comienzo irregular y le costó engrasar la maquinaria para alcanzar los puestos altos de la clasificación, aunque al final se clasificó para disputar la fase de ascenso. También fue el año en el que varios canteranos llamaron con fuerza a la puerta del primer equipo. Además, con la llegada de Fernando Vázquez al conjunto herculino, se empezó a trabajar más a fondo para poner en marcha un proyecto de futuro basado en la cantera.
La línea que separa un sueño de una pesadilla es muy delgada y poco clara. Y a veces se puede pasar de un extremo a otro sin apenas ser consciente. Los futbolistas del Deportivo ‘B’ lo vivieron en sus propias carnes el pasado mes de junio, cuando el sueño se terminó bruscamente. En el camino se encontraron con El Palo, que les dejó con la miel en los labios. No pudo ser. Después de sufrir lo indecible para llegar a la última eliminatoria del play-off, un gol de Ismael privó a los coruñeses de lograr el ascenso a la Segunda División ‘B’.
Sin embargo, la campaña del filial deportivista no se puede reducir exclusivamente al trágico desenlace que se produjo en Málaga. Hubo buenos y malos momentos desde que el balón echó a rodar a mediados de agosto. Los primeros pasos no fueron nada sencillos, ya que durante las primeras semanas el equipo no acababa de rendir todo lo bien que cabría esperar. Seis victorias, dos empates y cinco derrotas, ese fue el balance en las trece primeras jornadas del campeonato. Unos números que mantuvieron al Fabril lejos de la zona alta de la tabla durante varias semanas.
En busca del once de gala
Devesa realizó muchas pruebas antes de encontrar su alineación titular definitiva. Uno de los mayores quebraderos de cabeza que tuvo fue en ataque, donde no tenía a un delantero puro. En un principio, recurrió al juvenil Dani Iglesias, pero perdió protagonismo después de los primeros partidos. Otro con los que experimentó fue Manuel Romay, que llegó a jugar de falso nueve, de mediapunta, en las bandas e incluso en el centro del campo, como pareja de Oumar Sidibé.
La solución se presentó con la recuperación de Luis Fernández, que se hizo con la titularidad a base de goles. Una rotura del ligamento cruzado de su rodilla derecha, que sufrió en el campo del Órdenes en febrero de 2012, le impidió volver a los terrenos de juego hasta octubre. Pero desde entonces no paró de marcar: 27 tantos en 32 encuentros –incluidos los del play-off-. También se convirtieron en indiscutibles jugadores de ataque como Paulo Teles, al que le faltó cierta regularidad, y Álvaro Lemos, que se hizo dueño de la banda derecha.
Una vez configurado el once, el equipo comenzó a funcionar a pleno rendimiento y los buenos resultados llegaron rápidamente. El Fabril, poco a poco, se asentó entre los cuatro de arriba. Abegondo fue un fortín inexpugnable en el que solo el Bergantiños y el Órdenes fueron capaces de ganar. Esa fue la gran base sobre la que se apoyaron los fabrilistas, que tras una dura liga se plantaron en la última jornada con opciones de asaltar el tercer puesto, aunque finalmente se lo quedó el Compostela.
Iván Aguiar