El estadio deportivista celebra hoy siete décadas en las que ha sufrido varios cambios y en las que se han vivido las mayores gestas del Deportivo.
Testigo de ascensos, de descensos, de alegrías, de tristezas, de noches mágicas, de noches trágicas, de Ligas que se escapan en el último minuto y de cómo el fútbol a veces también acaba devolviéndote lo que te quita, Riazor cumple hoy 70 años. Siete décadas congregando a una ciudad de apenas 240.000 habitantes aproximadamente que en romería acuden cada semana al templo del deportivismo. Abuelos, padres o hijos se desplazan cada dos semanas a un estadio en el que cada deportivista tiene ya depositado un poquito de sí.
El 28 de octubre de 1944 fue el día elegido para la inauguración del Estadio Municipal de Riazor. A orillas del Atlántico, custodiado por la torre de Marathón y con una capacidad de 37.000 espectadores sentados y 60.000 de pie, el feudo blanzquiazul acogió su primer partido, el cual enfrentó a Deportivo y Valencia. El 2-3 favorable a los ches y los resultados posteriores desfavorables a los intereses herculinos hicieron plantearse la posibilidad de que fuera gafe. Los años demostraron que no era así.
A pesar de ser la casa del Dépor, Riazor no solo ha acogido encuentros del club gallego. Algo menos de un año después de su inauguración, el España-Portugal supuso el estreno internacional de un campo en el que cabían la mitad de los habitantes de A Coruña en 1945. El diseño del arquitecto Santiago Rey Pedreira deslumbró no solo en Galicia, sino en todo el país. Tanto es así, que en 1947 acogió la final de la Copa del Rey -del Generalísimo en esa época- entre Real Madrid y Espanyol.
Y pasaron los años, pero Riazor permaneció siempre quieto en la Calle de Manuel Murguía, sin saber que le esperaba ser protagonista de algunos de los momentos de mayor orgullo de la ciudad de cristal. Antes y haciendo gala del donde ‘ninguén é forasteiro’, fue sede del Mundial de España en 1982, lo que conllevó una remodelación que acortaría las históricas pistas de atletismo y las dejaría en solo seis.
Pero sería el buen hacer del Deportivo el que obligara de nuevo a una remodelación del campo. Las exigencias de la UEFA hicieron perder la esencia del antiguo Riazor, pero trajeron a cambio mayores comodidades como los palcos VIP o la sala de prensa. Un peaje necesario para que el estadio herculino fuera testigo de la consecución de un título de Liga o de noches en las que toda Europa centraba sus ojos en ‘La Corogne’.
Hoy, 70 años después de su inauguración, el estadio blanquiazul ya no presenta el mismo aspecto de su inauguración, ni siquiera la capacidad es la misma, pero resulta ya imposible imaginarse un Deportivo sin Riazor y un Riazor sin Deportivo. ¡Por 70 años más!