Nombrado ayudante técnico de Dunga para la selección brasileña el 23 de julio de 2014, Mauro Silva formará parte del staff que viajará a Chile para disputar la Copa América en el próximo verano.
«Un gran jugador era Mauro. Jugaba en casa, fuera, tanto si llovía como si no. Siempre estaba dispuesto. Y tenía unas facultades prodigiosas», decía Arsenio Iglesias. Del Deportivo que enamoró a Europa quedaron muchos recuerdos, tantos que, a menudo, hasta la herencia en forma de éxitos se atraganta en el permanente reciclaje de un club que busca un líder sobre el césped y convive con la difícil misión de recuperar la unión social en un período de transición y cambio. Mauro Silva fue uno de esos líderes. El jefe silencioso de un vestuario lleno de talento.
Ahora, al otro lado del Océano Atlántico y, concretamente, en la ciudad de São Paulo, el jugador al que Augusto César Lendoiro ofreció firmar su contrato en la camilla de la enfermería del Morumbí compagina su trabajo como socio fundador de la consultoría Mauro Silva Sports & Business Plan con el asesoramiento de Dunga en el banquillo de la canarinha. Según él, para «aportar una visión crítica y aconsejar en aspectos de mejora». De hecho, esa inteligencia que el legendario futbolista oriundo de São Bernardo do Campo plasmaba a la hora de robar y proteger el balón también se ha trasladado a la Bolsa, donde ha encontrado otra pasión lejos de los terrenos de juego: su conversión en broker.
Sin embargo, su rutina cambiará este año con la llegada de una cita que Brasil aguarda con especial interés: la Copa América. En el país sudamericano, donde todavía escuece la abultada derrota sufrida ante Alemania en las semifinales de su Mundial, el torneo que dará comienzo el próximo 11 de junio en Chile es algo más que una oportunidad de redención. Así lo entiende Dunga, que retomó el mando de la selección brasileña en julio de 2014 cuatro años después de su marcha. Con todo, el técnico de Ijuí también encara su particular prueba de fuego, asumiendo el control de un combinado donde Neymar acapara el liderazgo de un conjunto que en el propio Mundial evidenció la progresiva mudanza de su estilo tradicional. Con la intensidad por bandera, sí, pero carente de alegría en su patrón de juego y abrazado a un cierto pragmatismo.
Brasil, que en la Copa América de 2011 fue eliminada por Paraguay en cuartos de final, busca así cerrar heridas tras varios años en los que, además de la preocupación manifestada tiempo atrás por Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva por la continua fuga de futbolistas -a edades cada vez más tempranas- al continente europeo, las críticas hacia la propia seleçao también han derivado de la teórica pérdida de calidad de su equipo. Y es que en un país donde Ronaldo o Romário ocuparon la posición de ariete, la ausencia de un relevo de calidad en determinadas posiciones ha generado cierta desazón, una presión añadida para un conjunto muy joven que vive bajo la sombra de los logros de sus generaciones pretéritas.
En esa posición de alto voltaje vive ahora Mauro Silva, que en el Mundial de Estados Unidos de 1994 ya sufrió junto a Dunga y Mazinho las críticas de algunos sectores que miraban de soslayo ese trivote en el mediocampo tildado ocasionalmente de conservador, pero que permitió dar lo mejor de sí a Zinho, el propio Romário y otro icono del Deportivo, Bebeto, para lograr el triunfo final 24 años después. Curiosamente, éstos dos últimos pasaron de ser dos de los futbolistas mejor apreciados por la hinchada brasileña a ser también unos de los favoritos de la ciudadanía en el ámbito de la política nacional y regional, respectivamente.
Así, a menos de seis meses de que Brasil retome el pulso de la competición, Mauro Silva asoma la cabeza entre el equipo de asesores de Dunga, un cometido simple y puede que hasta casi honorífico a primera vista, pero que no está exento de valor en la interesante metamorfosis que los cariocas están llevando a cabo en un momento en el que el tradicional dominio de Argentina y Brasil en el fútbol americano parece haber encontrado en Colombia una alternativa de peso. Con las Olimpiadas de Río de Janeiro a la vuelta de la esquina y el movimiento ‘Atletas pelo Brasil’ -que también abandera Mauro Silva- inmerso en un conflicto con el gobierno tras el reciente nombramiento de George Hilton como ministro de Deporte, la tarea del exjugador deportivista no será sencilla. Comienza la cuenta atrás.