El Deportivo se encuentra inmerso en el capítulo más negro de su historia reciente. Cuando resta poco para que pasen 24 horas de la destitución de Rubén de la Barrera y la renuncia en bloque del Consejo de Administración, poco o nada se sabe desde la Plaza Pontevedra. Lo único, un comunicado en el que la directiva explica los motivos de su salida.
Mientras la afición intentaba volver a ponerse en pie tras el último batacazo en forma de playoff, la propiedad ha decidido pulsar el botón rojo. Reducir todo a cenizas o poner la última zancadilla que hace dudar hasta al más optimista. Un reseteo de un proyecto que no termina de germinar en lo deportivo, pero al que parecen querer arrancar su único sustento: la ilusión de la afición.
Tras una temporada muy dura que vivió sus momentos más tensos en los últimos partidos de Óscar Cano, la figura de Rubén de la Barrera regresó en un intento de abrir las ventanas. Un ambiente que se limpió con un lleno en la ida ante el Castellón y con la presencia de muchos aficionados en Castalia. Para el recuerdo quedarán las imágenes bajo la lluvia de plantilla y cuerpo técnico disculpándose ante ellos tras un partido agónico. Lo hicieron ante los que habían vuelto a fallar. Otra vez.
Con algunos poniendo la distancia de rigor para guardar el luto, otros reclamando la campaña de abonos y muchos escudriñando quién sería la nueva dirección deportiva o hasta quienes se quedan y quienes se van, los que mandan han decidido que es el momento de emprender un nuevo rumbo. ¿Cuándo? Posiblemente en el peor momento. Tras un episodio traumático y en un espacio de tiempo en el que tienes que confeccionar tu nueva plantilla.
En el horizonte solo se vislumbra un estruendoso silencio y un panorama que por momentos es desolador. En él resuenan las palabras de Rubén de la Barrera y su «si me llama otra vez el club, atiendo. Pero no sé si eso es ser deportivista o ser gilipollas«. Sin noticias desde la Plaza Pontevedra, cada segundo que pasa todavía tiñe de un negro más oscuro su futuro inmediato. Que el Dépor duele ya lo sabíamos y hasta lo aceptamos, pero las horas de surrealismo seguramente tengan un precio demasiado elevado en el cada vez más escaso presupuesto de la ilusión.
El Deportivo, reducido a cenizas, necesita poner punto y final a la sensación de desasosiego de sus aficionados. Y es que aunque estemos hablando de la propiedad, esta no debe olvidar jamás que detrás tiene una masa que merece un respeto y también una explicación por lo menos. Además, a ellos sí es ha llegado una petición de Rubén: «No dejéis de animar al club. Sois el motor de esta entidad y sin vosotros el RC Deportivo no cobraría sentido».
El tiempo -y las explicaciones, cuando las haya-, solo podrán quitar o darle la razón al silencio que tiene al deportivismo en un sinvivir. Ojalá, como dice Xoel López, de este futuro lodo crezcan las flores más altas.