Hoy me siento a escribir estas líneas con poco ánimo, no lo voy a negar, poco ánimo por la situación actual y sobre todo por los acontecimientos sucedidos los últimos días.
Por supuesto entiendo la tremenda decepción que sentís/sentimos, ante los resultados. Pero lo que no puedo ni debo comprender son las actitudes violentas de algunos. Lo siento, eso nunca es justificable. Si de verdad somos una gran afición, que lo somos, debemos de comportarnos como tal. No aprendamos comportamientos de otros países que por comunes no dejan de ser reprobables. Claro que estáis en todo el derecho de exigir el máximo de todos y cada uno, aunque siempre dentro del respeto, sobre todo a quién se lo ha ganado durante años y años de servicio al club.
No puedo negar que me refiero especialmente a lo sucedido en Abegondo ayer y a los desagradables acontecimientos con José Sambade, Pablo y Carlos Marchena. Marchena es un jugador que además de su currículum le avala una carrera profesional y una entrega máxima en todos y cada club donde ha estado. Mención aparte para Pablo y Sambade. El primero es un profesional entregado al Dépor desde hace casi 10 años recuperando jugadores en Liga, Champions, y Segunda División con la máxima dedicación. Se merece respeto como mínimo, ya que su deportivismo y amor al club no merece la pena ni ser cuestionado.
José Sambade, con más de 10 años en la entidad, preparando a Songo’o, Nuno, Kouba, Molina, Rufai, Juanmi, Munúa, Aranzubia, Aouate, Fabricio, Ian Mackay, Manu, Diego Rivas…y un servidor entre otros. En todas las que ha pasado el Dépor, con más de 4 entrenadores distintos, uno de los entrenadores de porteros más reputados y admirados no sólo en España sino en Europa y estando al servicio del Dépor. Nunca haría nada que dañase al club, así qué como Pablo el respeto lo tiene más que ganado.
Sólo los jugadores estamos bajo los focos, nos llevamos la gloria en los triunfos, pero esta gente, como tantos otros en el Dépor y todos los clubes sufren, en silencio y entre bambalinas, las victorias y las derrotas. Con una salvedad. Nosotros pasamos, somos caducos en los clubes. Ellos son perennes, aguantan en el club porque es su casa y lo aman tanto como vosotros. Se qué a muchos no os gustara este artículo, pero no escribo para agradar a todos, lo hago para dar que pensar. Para agitar si es necesario.
Nací en A Coruña hace 34 años. Vi al Dépor jugar en el año 86, tuve la gran fortuna de formar parte de él durante más de una década, y continúo siendo un aficionado fiel. Siempre he estado orgulloso de llamarme deportivista, y nunca lo he ocultado. Pero la vilolencia no es el camino, y menos aún a la altura en la que estamos. Aún hay vida, y mientras se pueda salvar la categoría se debe luchar unidos para salvarla.
No me gusta poner este ejemplo, pero lo haré para terminar. La temporada pasada, tal día como hoy en mi actual club, estabamos penúltimos clasificados de la Liga Adelante. Teníamos 18 puntos y parecíamos desahuciados, pues terminamos en la posición 15ª con 52 puntos. Salvados. Remamos, y mucho, pero todos unidos, jugadores y afición. Fue duro, muchísimo, pero el premio mereció la pena. Termino, entendiendo la rabia y la decepción, pero el camino no es la violencia, sino más que nunca la unión. Aunque el corazón nos queme, la cabeza debe de mandar y poner el objetivo por encima de todo.
¡Forza Dépor!