1. Vergüenza y miedo es lo que siente la afición del Deportivo tras la sonrojante derrota contra el Getafe en Riazor. Ni el paso de las horas alivia tal desastre en el que se ha metido el equipo después de esta serie nefasta. Este era el partido para dejar sentenciada la permanencia, para alejar los fantasmas, para que las habladurías se guardasen en el armario hasta el próximo año. No valían excusas de ningún tipo y se falló. «Hemos fallado y el principal responsable es el entrenador». Por una vez en los últimos dos meses estoy de acuerdo con el técnico del Dépor en una de sus comparecencias postpartido. Por fin hace autocrítica.
2. Digo esto del entrenador porque creo que otra vez la puesta en escena dejó mucho que desear. Salió el Dépor contra el Getafe como si fuese Brasil del 70. A dominar, a jugar, a machacar. A marcar en los primeros minutos para poder celebrar con la afición. Y por ello se soltó la melena en ataque.
A pesar de tener dos laterales de poca vocación ofensiva, el Dépor llegaba a línea de fondo en cada acción con cinco jugadores -Luis Alberto, Lucas Pérez, Cartabia, Fajr y Celso Borges-. Siempre con cinco futbolistas que dejaban a otros cinco para defender la contra rival: Mosquera por delante de la línea de cuatro defensas. Al primer contragolpe avisó Pablo Sarabia y al segundo acabó marcando Pedro León después de una acción muy larga de contraataque donde varios de los cinco de arriba se recorrían 80 metros para defender.

3. Viendo el partido que hizo el Dépor y el resultado final la pregunta que planea es la de ‘¿Quién debía jugar con la ansiedad de quién?’. El conjunto blanquiazul llegaba al choque con una ventaja de siete puntos sobre el Getafe, que se encontraba entonces en puestos de descenso. Para los de Esnáider era un encuentro a vida o muerte. Y sin embargo el más ansioso, el más precipitado y el más impaciente fue el equipo que menos tenía que estarlo. Pecó el Dépor de inocente, de nervioso y de afanoso. No supo leer el partido ni descifrar cuáles eran las prestaciones de un posible empate que hubiese dejado a un equipo en la cuneta. Se expuso como un libro abierto, se descubrió, se desordenó y dejó al Getafe hacer el partido que buscaba.
4. Como sabéis, soy de los que suelen ver el vaso medio lleno. O por lo menos siempre lo intento. A escasas 24 horas del final del partido contra el Getafe -que es cuando escribo esto-, me cuesta hacerlo. El lío es morrocotudo, que diría el otro. Ni siquiera la clasificación matemática del Villarreal a Champions League relaja un temor difícil de prever hace dos o tres semanas cuando ese concepto del «malo será» -tan bien explicado por Juan Luis Cudeiro en su crónica de El País– todavía valía en las discusiones de bar. Ahora hay que puntuar en alguno de los dos partidos que quedan, pero esos dos partidos son contra el 3.º y el 4.º clasificado. Ya no valen declaraciones grandiosas ni magníficas en mitad de la semana porque las palabras se las lleva el viento. Aquí valen los hechos, vale cumplir y el tiempo se acaba.
5. Si nos ponemos a analizar el partido, sí es cierto que la primera media hora del equipo es buena pero de nada sirve si la lectura del partido no es la correcta, como así fue. Podía haber marcado el Dépor al inicio y a partir de ahí iniciar el repliegue, pero falló en el primer paso. Y a partir del minuto 30 llegaron los nervios. El Dépor se vino abajo por falta de confianza en sus propias posibilidades. Tuvo miedo. Miedo a perder. Ahí se derrumbaron las posibilidades del Dépor en el partido porque casi coincidió con el 0-1. Cualquier gol es clave y cualquier expulsión puede resultar decisiva, pero lo que para mí cambió el partido fue el miedo a perder de los jugadores del Dépor y la responsabilidad que sentían si lo hacían.
6. Al que menos le pesó la responsabilidad en los 60 minutos de desconcierto e incertidumbre fue a Fede Cartabia, de nuevo el mejor del Deportivo en el calamitoso encuentro de Riazor. Habrá aquellos que le recriminen el balón que perdió en la acción previa al gol de Pedro León, pero por mí que la siga pidiendo. Que siga encarando, que siga desbordando y que siga generando fútbol. Y que le den más protagonismo si es posible. Que no tenga que desgastarse tanto con trabajo defensivo y tenga más gasolina para emplearla en el ataque. De él y de Lucas Pérez dependen gran parte de las opciones ofensivas del equipo coruñés.

7. Lo del balón parado y el Deportivo es un expediente X. Si un equipo que lucha por eludir el descenso no puede impedir que le marquen a balón parado y es incapaz de marcar él, está fulminado. El Deportivo sacó el sábado ocho saques de esquina y al menos tres faltas laterales. No recuerdo que se acercase al gol. Lo más llamativo, además, fue ver como desde el mismo costado primero los sacaba Fajr y después Lucas. Con uno o con dos hombres en la esquina. Una falta al borde del área primero Lucas y luego Cartabia. Córners en corto ahora y en largo después. Reflejaba todo esto una falta de preparación o de decisión. También de autoridad desde la caseta. Por algo el Deportivo es el que peor domina la estrategia de la categoría. Y en defensa casi peor. El gol de Vigaray duele verlo. Nadie al primer palo, que no cubre Manu y al que llega tarde Arribas.
8. Con 20 puntos en 18 partidos (cuatro victorias, ocho empates y seis derrotas), el Deportivo es el peor local de la categoría. Ha recibido 32 goles, 13 de ellos en los últimos tres partidos contra UD Las Palmas, Barcelona y Getafe. Pero el sábado hubo más de 25.000 personas en Riazor cantando y animando. Lo de esta afición no tiene nombre. En este artículo publicamos el sentir de la hinchada con el paso de los minutos.
(Y 9. Bergantiños titular en El Madrigal).