La chispa blanquiazul que encendió Lucas, la reconciliación de ciertos jugadores, la intensidad del Barça o el sentimiento de pertenencia a un club, entre otros temas de interés del análisis del encuentro entre culés y herculinos.
1. Nadie lo creía tras el gol de Messi en el minuto 59 y eso es lo bonito que tiene el fútbol. Es tan inestable a veces, tan imprevisible, que enloquece a cualquiera. Capaz de sobresaltar al más tranquilo. Capaz de enardecer al más frío. Lo vivido el sábado en el Camp Nou no tiene parangón. Un equipo desahuciado, inerte sobre el verde del feudo blaugrana ante el mejor jugador del planeta, revive de sus cenizas en ocho minutos mágicos para salvar a su club de la quema de Segunda División. Lucas primero -con permiso del más grande: Fabricio Agosto- y Salomão después pusieron el delirio en cualquier domicilio, finca, tasca o bar coruñés. Fue increíble, ni en los mejores sueños.
2. Este es un triunfo que por supuesto se merecen los aficionados del Deportivo, después de cinco temporadas consecutivas de sufrimiento y dos de ellas en Primera con trágico final. Esta vez, cuando pitaron los árbitros en todos los escenarios, tocó sonreír y llorar. Tocó abrazarse de alegría y no de tristeza. Tocó beber para celebrar y no beber para olvidar. Para cualquier aficionado blanquiazul el sábado fue un éxtasis total. Después de una jornada en la que vivió una montaña rusa de emociones, el resultado fue satisfactorio.
3. El éxito cosechado en el Camp Nou sirvió para que se completase la reconciliación de algunos jugadores con la afición blanquiazul (o, matizo, una parte de ella). Hay casos y casos, como el de Lucas o Álex Bergantiños -ayer de lateral-, el de Lopo o Fabricio que vienen de atrás, el de Laure o Manuel Pablo de quienes dudaban o incluso el de un Oriol Riera en el que ya pocos creían en este tramo final de campaña. Y voy más allá, no tenemos más remedio que levantarnos a aplaudir a Medunjanin, que le dio al Dépor algo de iniciativa en el centro del campo en algún tramo del partido, o a Salomão, por quien perdimos (no todos, entiéndanme) la fe.
4. Si algo hay que destacar del grupo de Víctor Sánchez del Amo es la valentía que tuvo después de verlo todo perdido. El técnico madrileño dio entrada en el campo a Oriol Riera por un Juan Domínguez que acababa de recibir tarjeta y que no estaba llegando a portería rival, y colocó un 4-4-2 con Medunjanin y Celso en el centro y Lucas y Oriol arriba. El equipo fue a buscar al Barça después de haber estado atrincherado una hora en torno al área de Fabricio y empezó a obtener resultados. Oriol podía sellar a los centrales y aguantar los balones, y las líneas del Dépor lo aprovechaban para adelantar metros. El primer gol es en una acción con muchos hombres del Deportivo en las inmediaciones de la portería de Masip.
5. Con 2-1 y el Dépor volcado buscando el segundo es lógico que se note quien se está jugando la vida y quien está pasando un trámite. Los jugadores herculinos iban con más determinación a los balones y es así como llega el segundo gol, ganando el rebote en el área rival dos veces. En una situación como la del 2-2, los futbolistas del Dépor se van a partir la cara al balón dividido, mientras los del Barça prefieren no «ensuciarse».
6. Este último apunte lo hago porque he leído que el Barcelona se dejó empatar contra el Deportivo y que no quiso ganar el partido. ¿Disculpa? ¿90 minutos de Messi y Neymar en el Camp Nou es no querer ganar? El Dépor se ganó el empate por sus propios méritos. Esperó su oportunidad y no la desperdició. Podía haberse ido al descanso con 3-0 o que el 2-0 llegase al inicio de la segunda parte, pero prefirió conservar el 1-0 para que el escalón no fuese insuperable. El Dépor jugó con sus armas y lo hizo de una forma extraordinaria. Con el 2-0 (¿siguen pensando que no quisieron ganar?) todo pareció venirse abajo, pero la zurda salvadora de Lucas rescató al equipo. Es verdad que tras el 2-2 el Barça no quiso hacer sangre y no se comportó como si eso fuese una final de Champions, seguramente para no celebrar una fiesta con otro equipo envuelto en lágrimas. Y es verdad que hubo conversaciones de todo tipo entre los del Dépor y los del Barça, como en todos los finales de Liga que recuerdo. Pero el Dépor mereció ese punto por el arrebato de rabia de sus jugadores, por la cabeza fría con la que afrontaron el partido y porque no le regalaron nada.
7. Sería imposible estar contando esta heroicidad si Lucas Pérez no hubiese prendido la chispa blanquiazul en el minuto 67. Es una maniobra para ver una y mil veces. La pisada es extraordinaria, buscándose el espacio para armar el disparo, que es inapelable. Lucas hizo creer a la afición, a la directiva y al propio equipo de que el empate era posible. Un líder en el campo que además tiene la capacidad de marcar ese golazo importantísimo en un momento tan crucial.
8. Más de una vez me pronuncié aquí sobre la importancia del sentimiento de pertenencia a un club. Hace poco comentó Simeone en una entrevista en Onda Cero que lo más complicado de encontrar en un futbolista es que tenga sentimiento de pertenencia por el equipo, que conozca el club y que se identifique con él. Apreciaba el técnico rojiblanco, tras sus años como jugador y como entrenador, que «lo más difícil del fútbol es sentir pertenencia por un club y sentir la esencia del club». «Si no eres el Barça o el Madrid, no alcanza solo con talento. Los jugadores que no tienen talento deben paliarlo con jerarquía de trabajo». En esa parte basa Simeone su éxito. Lo buscó también Víctor Sánchez del Amo en sus ocho partidos al frente del Dépor.