Tres años, dos ascensos y una final por el ascenso. Es el bagaje del técnico Víctor Bravo al frente del Club Deportivo Teruel. El conjunto turolense visita este domingo (19:30 horas) Riazor como un humilde de la tercera categoría, en la que solo ha competido 8 temporadas en su historia -esta es la novena- y a la que regresa cuatro años después.
Sabe perfectamente quién es el Club Deportivo Teruel, claro. Pero esa humildad no está reñida con un crecimiento tan sostenido como rápido desde el paso de Víctor Bravo del césped a los banquillos. El técnico aragonés colgó las botas en el verano del 2020 y unos días después, ya era nuevo entrenador del conjunto turolense. Un ascenso tan meteórico como el que logró trasladar a su club desde que tomó las riendas. Porque en esa primera temporada, logró hacer campeón de la Tercera aragonesa y subir a Segunda RFEF.
El objetivo estaba conseguido, pero en dos temporadas que parecía que debían ser de asentamiento en la cuarta categoría, el Club Deportivo Teruel rompió todos los pronósticos y se plantó en Primera Federación. Cuarto y apeado del ascenso en la prórroga de la final por el Mérida en su primer curso en Segunda RFEF y campeón sin discusión el pasado curso. Siempre compitiendo en el durísimo Grupo 3, en el que se entremezclan los equipos del corredor del Mediterráneo con los de aquellas provincias periféricas que no han encontrado encaje en otro lugar.
El Teruel llega a Riazor subido a un ascensor que le hace poder mirar frente a frente a un coloso del fútbol nacional en un inicio de competición que le ha medido ya a otros ‘gallitos’ como Lugo y Real Sociedad B. Pero este impulso está argumentado en bajo el mantra de una solidez que, por el momento, ha logrado trasladar a la nueva categoría en la que milita.
Los datos hablan por sí solos. Hace dos temporadas, siendo un recién ascendido, el cuadro aragonés logró ser cuarto marcando 36 goles y encajando 37 en 34 encuentros. El pasado curso, campeonó materializando únicamente 37 tantos. ¿Su secreto? En los 23 goles que concedió y que le hicieron quedarse únicamente con 2 derrotas, a las que sumó 17 victorias y 15 empates.
Un Club Deportivo Teruel que mantiene sus señas
Sus cifras hacen intuir que el 0-0 fue su resultado más habitual el pasado curso. Y así fue. Algo que parece querer trasladar también esta temporada. Porque si las cosas funcionan, ¿para qué tocarlas? De este modo, el conjunto de Víctor Bravo fue capaz de plantear un encuentro bastante cerrado en el Anxo Carro. Finalmente acabó cayendo 2-1 en los últimos minutos, pero el bloque turolense estuvo muy cerca de llevarse más premio.
El premio sí lo encontró la semana pasada en su debut en casa. Ante una Real Sociedad B muy renovada, el cuadro rojillo fue capaz de replicar ese escenario de partido arisco, en el que suceden pocas cosas. Y se llevó un 0-0 fruto de su buen hacer y, a la vez, de sus limitaciones.
Porque no nos engañemos: al Club Deportivo Teruel le falta gol. Precisamente para paliar este déficit y realzar sus virtudes, los responsables deportivos de la entidad han acudido al mercado para reforzar a un bloque del que no se mantienen demasiadas piezas. El central Cabetas, el lateral zurdo y capitán Hualde, el mediocentro Borja Romero o el habilidoso extremo izquierdo Aparicio forman el núcleo duro desde la llegada de Víctor Bravo. A ellos se le unieron el pasado curso el corpulento meta Taliby, el central Fran Carmona, el lateral Víctor Sanchís, el medio Fran Tena o el móvil punta Dani Villa, máximo goleador el pasado curso con 9 dianas.
La base estaba ahí, pero para mejorarla el Teruel ha pescado talento joven, mezclado con algún futbolista con varios tiros dados en la categoría. En el primer grupo se ubican el central Arnau Gaixas, el centrocampista llegador Castillo o el extremo Ahn, que busca asentarse después de su salida del Villarreal y su infructuoso paso por Unionistas. En el segundo, piezas ofensivas como el exSanse Borja Martínez, que completa una gran banda zurda junto a Aparicio, o la pareja de atacantes Sergi Buenacasa y Toni Gabarre.
Todos ellos encajan en el 4-4-2 por el que suele apostar Víctor Bravo, que tiene claro que su fútbol pasa por la verticalidad. No se lo permitió demasiado un Lugo que no le fue a buscar arriba. Eso le obligó a tener paciencia al Teruel, que fue capaz de construir relativamente bien cuando tocaba.
Pero sí logró enlazar alguna acción directa más ante la Real B. Ese estilo que prioriza atacar por fuera y meter cuanto antes el balón al área se completa con un bloque defensivo sólido, que no ha concretado demasiados errores y en el que basará su gran argumento el Club Deportivo Teruel. Por el momento, solo ha concedido 17 remates a pesar de medirse a dos buenos rivales. La roca es su clave para no bajar en el ascensor después de esa subida tan fugaz como meritoria.