‘Adelante’ presenta al Girona de Jandro, un histórico de la última década en la categoría. Raúl Agné, su técnico, está contra las cuerdas. Un equipo que nunca ha jugado en Primera pese a ser campeón de Segunda y que vivió su mejor época en la década de los 30. Hasta que llegó la guerra.
Con la necesidad de ganar tras las dudas que siembran una única victoria en los últimos cuatro partidos, el Deportivo recibe a un Girona también en situación de urgencia. Su técnico, Raúl Agné, afronta un ultimátum, y es que siete puntos en diez partidos es un balance que dista mucho de lo esperado. Como visitante son, hasta la fecha, el peor equipo de la categoría, pero viajan al coliseo herculino con la necesidad de cambiar el rumbo.
El ‘míster’. Raúl Agné. Cuatro etapas en el Girona… y ahora en la cuerda floja.
Aunque nació al otro lado de la frontera que separa Cataluña y Aragón, Raul Agné debuto en el fútbol profesional, en la posición de defensa central, en el Girona en 1993. Diez años después, lo dejó en ese mismo equipo, si bien entre ambas etapas pasó por tres equipos distintos. En 2007, se estrenó en el banquillo del Girona, y en su primera temporada consiguió un histórico ascenso a Segunda División. La heroica no fue suficiente para evitar el despido en 2009, a cinco jornadas para el final, con el equipo en una situación complicada. La siguiente temporada entrenó al Recre desde el cese de Javi López y cumplió el objetivo de la permanencia, aunque terminó abandonando el equipo a final de temporada por «motivos personales».
Volvió a Girona para la campaña 2010-2011 y el equipo incluso ‘coqueteó’ con los puestos de ‘play-off’ durante gran parte de la temporada. Ello le valió la renovación aunque, una vez más, vuelve a estar en la cuerda floja. Hace diez días, su presidente dijo que solo podía garantizar su continuidad hasta Riazor. Desde entonces, perdió con Cartagena y Celta, por lo que una derrota le podría guiar hasta el finiquito. Siete puntos en diez jornadas es un pobre balance para un equipo que empezó la temporada con objetivos mayores que la lucha por evitar el descenso, pese a que perdió en verano a su hombre gol: Despotovic.
El ‘crack’. Jandro. El ‘niño prodigio’ que no alcanzó la élite mueve el timón del Girona.
La historia de Alejandro Castro es la de esos chavales que desde muy pronto muestran una relación especial con el balón. Asturiano, el Valencia lo reclutó y llegó a debutar muy joven con el primer equipo. Habitual en las categorías inferiores de ‘la Roja’, mediapunta detallista, apuntaba muy alto. Sin embargo, no terminó de explotar, y sus aportaciones más destacadas son en Segunda División. Tanto a Celta como a Alavés y a Nástic. Después de tocar fondo con el despido del Elche por «motivos futbolísticos», firmó por el Girona y volvió a reencontrar en la mediapunta su mejor nivel. La pasada temporada formó, junto a Despotovic, uno de los mejores ‘duetos’ de la ‘Categoría de Plata’ del fútbol español. Su comienzo de esta temporada es más discreto, aunque sigue siendo el jugador referente de los catalanes.
El dato. El peor visitante. Dos puntos en cinco partidos.
Al principio de la jornada, el Girona era el peor equipo de la Liga Adelante como visitante. Dos puntos, al igual que el Numancia aunque con un peor balance goleador, es el botín que han obtenido los gerundenses en sus primeros cinco desplazamientos. Cayeron en Balaídos, Chapín y Los Pajaritos, mientras que empataron en Almería y en Vila-real. La pasada campaña lograron 18 puntos como visitantes, por 39 que lograron en el Municipal de Montilivi.
Un momento histórico. Temporada 1935-1936. Campeones sin ascenso.
El Girona se fundó en 1930 y su comienzo no pudo ser más prometedor. De hecho, de esa época datan los logros más sonados de sus ochenta años de historia. Su primera campaña culminó con un ascenso. Y solo cinco años más tarde, el Girona fue campeón del grupo 2 de Segunda División. El Celta se había impuesto en el 1 y el Murcia en el 3, y estos tres equipos se disputaron los dos puestos en Primera División junto a los tres segundos de grupo. Sin embargo, el equipo se vino abajo en la fase final y terminó quinto. Fue la vez que más cerca estuvo el conjunto catalán de la máxima categoría del fútbol nacional.
Una leyenda. Isidre Sala. Desde Girona a los Juegos Olímpicos.
Después de jugar en el Figueres y en el Banyoles, Isidre Sala llegó a Girona en la temporada 1963-1964, a punto de cumplir los 23 años. Allí permaneció más de una década, con el equipo en Tercera División, en la que era el auténtico líder. Defensa central muy complicado de superar, su premió le llegó con la convocatoria para el equipo español que disputó los Juegos Olímpicos de México 1968. Con España, avanzó la primera ronda y cayó ante el conjunto anfitrión en cuartos de final, si bien su preciosa aventura fue solo fuera de los terrenos de juego, y es que en el campo el protagonismo era para otros jugadores de categorías superiores. Aún así, el Girona también puede presumir de haber tenido en sus filas a un jugador internacional.
Una curiosidad. Cuestión de prioridades. Él también quiso soñar pero le pilló la guerra.
En su mejor época, con un equipo que había rozado el ascenso en la campaña anterior y con una masa social fuertemente concienciada para llevar el equipo a Segunda División, todo pasó a segundo plano. El golpe de estado de 1936 contra la Segunda República provocó que se estallase la Guerra Civil y el fútbol desapareció. Quedó reducido a pequeñas ligas y a partidos benéficos para las víctimas de la lucha. Incluso cayeron dos bombas en el Estadio de Vista Alegre, en el que disputaba sus partidos como local el Girona. Tres años después se reanudó la competición, pero los objetivos del equipo ya eran otros.