Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, relata cómo vivió el estreno de Rubén de la Barrera en el banquillo del Deportivo:
Los golpes duelen mas cuando no los esperas. No tienes tiempo para asimilar la diferencia terrible que hay entre la expectativa y la realidad y solo lo ves cuando te da de lleno en la cara. En el fútbol las expectativas siempre son altas, y en el caso del Dépor en Segunda B, con razón. Y a pesar de que los datos son tozudos y nos dicen muchas cosas y pocas buenas de este equipo, nos hace falta muy poco para volver a ilusionarnos y creer. Un fichaje, un cambio de entrenador, un partido en un campo bueno… cualquier cosa es suficiente para hacernos olvidar el pasado y esperar lo mejor. Pero los datos, como dije, son cabezones, y el muro lleva tiempo derribarlo.
Yo, lo reconozco, esperaba mucho mas del equipo en este partido. Sé que no es tiempo suficiente para que se vea la mano de un entrenador, especialmente cuando lo que quiere construir es complejo, pero pensaba que el equipo iba a tener un lavado de cara. Iba a jugar contra un equipo que dejaba jugar y que proponía atacar, y que en Riazor todo eso iba a ayudar al Dépor a encontrarse a sí mismo. Pero nada mas lejos. Otra vez se marchó el equipo de un partido sin marcar, sin generar una sola ocasión de gol y desperdiciando la que le regalaron. Y así lo normal es perder, y lo peor es que lo mejor fue el resultado.
Al final, el barro y la nieve no eran excusas sino coartadas de un equipo que no puede a día de hoy construir y generar fútbol. Al que la responsabilidad le pesa toneladas en las piernas y en el que falta un líder, alguien que pida la pelota y la administre, que dé tranquilad a sus compañeros y que sepa cuando tiene que pasarla y cuando quedársela. Y no se trata de calidad, sino de personalidad. De saberse el dominador del equipo, como lo fue Bicho el domingo para el Compos. Y no voy a caer en el error de decir que Bicho tendría que estar en el Dépor; es mucho mas fácil hace el partido que hizo llevando la camiseta del Compostela que la del Deportivo. Pero ni Álex ni Borges son ese jugador. Gandoy puede serlo, pero en los partidos que tuvo de titular no lo demostró, de Uche hace tiempo que no se tiene noticias y Nacho tiene que mejorar mucho para poder ser algo que se le parezca.
El equipo ni siquiera mostró los buenos momentos del principio del partido en Salamanca. Parados cada vez que perdían el balón, sin atreverse a presionar arriba cuando el rival tenía la pelota y espeso cada vez que la recuperaba. Nunca fui partidario del 4 4 2, pero mucho menos cuando no tienes nadie en el medio campo capaz de romper líneas con una conducción o un pase. La aportación ofensiva del equipo fue nula. Ni Galán, ni Lara, ni Claudio ni Rolan… solo perseguían sombras o regalaban pelotas.
Y las pocas certezas que tenía el equipo y que partían de la línea defensiva, van quedando hechas jirones con el paso de los partidos. Abad está lejísimos de dar la seguridad que daba, y cada vez que tiene que tocar el balón con los pies es un drama, lo que supone un problema para un equipo que pretende sacar el balón desde atrás. Salva, uno de los que estaban manteniendo una buena línea, falló en los dos goles de forma grosera, dejándose ganar dos balones aéreos de forma impropia para un jugador de su nivel, y la presencia de Derick en el lateral derecho, a pesar de la explicación que dio Rubén en la rueda de prensa, es algo difícil de entender. Mas aún cuando al final el caudal ofensivo del equipo en la primera parte se limitó a sus centros al área.
Sabes que todo se rompe cuando tu jugador más fiable hace una tontería en el peor momento y te deja con diez. Mas allá de que el gol fuese falta clara, que lo fue, un defensa con tarjeta amarilla no puede hacer la entrada que hizo Mujaid en esa zona del campo jugándose la expulsión. Fue la muestra más clara de lo fuera de quicio que está el equipo ahora mismo.
Rubén tardó demasiado en hacer cambios, dejando el marrón a los canteranos que salieron a ser testigos del baile del Compos, que sino metió más fue porque falló varios goles en área pequeña y porque su único delantero (el Dépor tiene a los cuatro de los mejores pagados de la categoría) se lesionó el miércoles y no pudo jugar. Porque sí, el Compostela venía de jugar en Salamanca el miércoles por la noche. Y aun así, bailó al Deportivo.
La única “buena” noticia de todo esto es que, a diferencia del partido de Salamanca, de este partido sí se pueden sacar conclusiones y pedir responsabilidades. Es obligación del entrenador identificar los problemas, ponerles nombre y apellidos y encontrarles solución, y de que lo haga pronto dependerá que el equipo logre el primer objetivo, que es pasar a la siguiente fase, y que ahora mismo ya está en entredicho. Yo sigo creyendo que hay plantilla suficiente para lograr el ascenso, pero cada vez me quedan menos argumentos para defenderlo.