Regresan las columnas de Dani Cancela, ex del Dépor y futbolista coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década y ahora de vuelta en A Coruña para recuperarse de una lesión. En su nuevo serial ‘Fuera de la burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó el empate entre Bilbao Athletic vs Deportivo.
Sin identidad
Lo peor que le puede pasar a un equipo es no tener una identidad, unos rasgos propios que lo hagan reconocible a ojos de sus aficionados, de sus rivales e incluso de sí mismo. Esa identidad se puede ir formando a lo largo de la historia, o la pueden forjar los técnicos a través de su estilo. De un modo o de otro, esa identidad une, proporciona seguridad y confianza y, al final, da puntos.
El Dépor de Borja la tenía. Pasaba por ser dominador de los partidos a través del balón, con independencia del escenario y del rival y de su mayor o menor productividad y acierto ofensivo. El Deportivo podía ganar o no (casi siempre ganaba) pero lo que era innegociable era la forma de hacerlo. Sin embargo, la racha de derrotas quebró esa confianza. Primero llegaron sin merecerlo, luego fueron derrotas merecidas y, aunque hubo victorias por el medio, el equipo ahora ni tiene confianza en lo que hace ni es capaz de hacer lo que hacía, y el partido del domingo en Lezama fue otra muestra de ello.
El Dépor entró en el campo mal una vez mas. Y ya van demasiadas para un equipo que no se podía permitir ni un solo tropiezo si quería tener alguna posibilidad (desvanecida ahora) de dar caza al líder. Si la presión alta y la circulación rápida habían sido los ingredientes que le llevaron a ponerse dos goles arriba contra el Majadahonda, el domingo la receta parecía diferente. Y normalmente cuando los ingredientes varían, el resultado cambia.
Salió Borja con dos puntas y mandando otra vez a Juergen al doble pivote con Álex. No da encontrado la fórmula en el medio campo y el equipo lo nota. Solo el colombiano es fijo, y casi siempre funciona mejor más arriba. Pero con Villares desterrado forzosamente a vivir en el lateral, ni Calavera ni De Vicente convencen lo suficiente al entrenador como para darles continuidad. El resultado es que Juergen se aleja del área, y el juego ofensivo del Dépor pierde.
Tampoco funcionó la pareja Noel-Quiles. Empezó primero el canterano en la derecha y el andaluz en punta, pero ninguno se encontraba a gusto. Cambiaron de posición pero el resultado fue el mismo, y acabaron jugando los dos arriba con un Mario que hasta que no se fue hacia la izquierda no participó en el juego. El Bilbao Athletic mandaba, jugaba y llegaba. Del Deportivo, no se tenía noticias. Un tiro de Quiles y otro de Willian fueron el único bagaje ofensivo del equipo en un primer tiempo que solo aportaba una noticia positiva: el resultado.
La segunda parte no empezó mejor. El Bilbao Athletic ganaba en los duelos, sus laterales atacaban y apretaban bien, sus bandas encaraban y hacían daño, y hasta los detalles de calidad del partido los dejaban los cachorros, que no parecían un equipo que pelea por no descender. Mérito de ellos y demérito de un cuadro blanquiazul que nunca estuvo a la altura.
Sin embargo, cuando peor estaba el Deportivo, llegó el gol. Borja quitó a Noel para poner un tercer mediocampista. En la lotería de la semana, esta vez fue el turno de De Vicente, que llevaba varias jornadas (con la excepción de los minutos en Badajoz) sin saltar al campo. El cambio le sentó bien sobre todo a Mario, que volvió a su sitio favorito, y en la única vez que Granero fue capaz de filtrar un pase limpio hacia el madrileño, éste se giró y metió un buen balón que Quiles convirtió en pase de gol con su control. Para ponérselo a los niños y que aprendan como con un buen control te puedes quitar de en medio al defensa. La definición estuvo a la altura del control y el Deportivo, sin merecerlo, se ponía por delante.
Dice Borja que el equipo no defiende bien cuando le quitan el balón y está muy cerca de su propia portería. Sin embargo eso fue exactamente lo que hizo tras el gol. Patxi Salinas hizo dos modificaciones que cambiaron otra vez la dinámica del partido, y el Deportivo no supo cómo contrarrestarlo. El equipo se hundió en su campo para hacer las ayudas a los laterales que estaban desbordados. Quiles era una isla y Willian se estaba jugando la segunda amarilla de pura impotencia. Los cambios no llegaron a tiempo y para cuando Miku y Doncel entraron, el Bilbao B ya había conseguido el empate. Demasiadas veces el balón cerca del área, demasiadas posibilidades de gol para que chicos con calidad y hambre las desaprovecharan. El empate hacía como mínimo justicia por lo visto hasta el momento, y volvía a mandar al Deportivo a la lona sin capacidad aparente para volver a ponerse en pie.
Sin embargo las últimas ocasiones del partido fueron blanquiazules y las dos salieron de las botas de Juergen. En una dejó solo a Doncel que posiblemente acusó la falta de ritmo y de competición y no supo cómo acabar una jugada que tenía todas las papeletas de ser jugada de gol. En la otra, Álex hizo que Julen Agirrezabala demostrase por qué es un portero de Primera División. Pudo ganar el Deportivo, que acabó acosando el área vasca al son de Yeremay (qué ganas hay de ver a ese chico más minutos en el campo) pero hubiese sido una victoria inmerecida. Podrá lograrla también si prospera el recurso (que debe presentar sin ningún tipo de rubor) por la alineación indebida del contrario, pero de cualquier forma esos tres puntos no deben ocultar la realidad. El Deportivo ahora mismo es un equipo sin fuerza, sin corazón, sin intensidad y, lo que es mas grave, sin identidad. Y todo eso es lo que tiene que recuperar de aquí al final de temporada. Mirando de reojo a los contrarios que buscan esa segunda plaza, pero sobre todo mirándose mucho a sí mismo para volver a encontrarse. Si no lo hace, irá alejándose cada vez mas de las opciones de ascenso.