Regresan las columnas de Dani Cancela, ex del Dépor y futbolista coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la victoria del Deportivo ante el Rayo Majadahonda.
Tan cerca y tan lejos
El partido tenía trampa. Siempre la tiene con el Deportivo, pero últimamente más si cabe. De nada sirve que parezca que esta vez sí. Que los cinco primeros minutos fueran de vértigo y que a los 20 ya ganases por dos goles. Siempre hay algo que se puede torcer y volver a ponerte al borde del precipicio. Y lo hace. Porque el Dépor empezó el partido a años luz del líder y sabiendo que una derrota lo pondría de lleno en la lucha no ya por la segunda posición, sino por conseguir un puesto en el playoff. Y lo hizo tras la dolorosa derrota en Balaídos, sin los autores de más de la mitad de sus goles durante la temporada y contra un equipo que de ganar se pondría a sólo un punto.
Y sin embargo, no tuvo vértigo. Desde el principio el ritmo fue frenético. William encarando sin tregua, Mario, Juergen y Noel combinando y haciendo perseguir sombras a los defensas rivales. Y Álex. La lección de lectura de juego sin balón y de claridad tras robo que dio el capitán el sábado en Riazor fue espectacular. Siempre en el sitio correcto para interceptar, siempre el pase claro para volver a percutir. El Dépor vivía en campo contrario y lo hacía sobre todo gracias a que no dejaba respirar al Majadahonda cuando perdía la pelota. Noel demostró que no es necesario ser referencia para hacer sufrir a los rivales y, mientras le duró el físico, fue un desahogo continuo con sus movimientos de ruptura y un dolor de cabeza constante para la defensa. Gustó, pero puede dar más.
Todo se ponía de cara para tener un día tranquilo. Penalti a favor y gol en estrategia incluidos. Y la sensación de que el equipo había recuperado mucho de lo que le había hecho intratable en la primera vuelta. Pero tras el descanso todo se torció.
El Rayo Majadahonda hizo tres cambios al descanso y, a diferencia de a Borja en Badajoz, le funcionaron. Poco a poco se fue jugando en campo del Dépor y fueron apareciendo los huecos y los fantasmas. Mackay salvó la primera cuando lo normal era ya que fuese gol, pero no pudo hacer nada con el rechace. 2-1. De ahí al final, estuvo mucho más lejos la sentencia que la posibilidad del empate. Esta es la principal diferencia entre el Deportivo de la primera vuelta y el del sábado. Tan cerca y a la vez tan lejos de ese equipo que en enero parecía inabordable. Y esa diferencia radica en la confianza, y en la sensación de debilidad que ahora perciben los rivales. Antes muchos partidos acababan con resultados apretados pero sin la sensación de que el rival pudiese crear peligro, como satisfecho con una derrota digna. Ahora, incluso con el marcador en franca desventaja, el contrario sabe que con un rasguño genera el caos y puede darle la vuelta al partido.
Pero al menos Borja sabe el camino, y éste pasa por ser valiente, por apretar arriba y jugar en campo contrario. Por recuperar y circular rápido. Por pisar área y por hacer correr hacia atrás al rival. La teoría es fácil y el Dépor demostró que puede hacerlo. El reto ahora es mantenerlo en el tiempo, ser capaz de ser protagonista los noventa minutos sin caerse ni temblar en los momentos complicados que los habrá en cada partido. Creer. Y tomar decisiones. No todos los fines de semana vas a tener solo un delantero disponible. Elegir es renunciar. Pues eso.