Regresan las columnas de Dani Cancela, ex del Dépor y futbolista coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la victoria contra la Cultural Leonesa.
La travesía del desierto
Hay momentos en las temporadas de todos los equipos en los que hacer lo que parece simple cuesta un mundo. Lo que en condiciones normales sacarías adelante sin mayores complicaciones, supone un esfuerzo físico y mental extremo porque simplemente todo deja de fluir, y cuesta más. El fútbol es el deporte menos mecánico que existe, y a pesar de que todo en teoría está trabajado y preparado, el margen que queda a la improvisación y a la elección personal de once cabezas que se tienen que poner de acuerdo, es enorme. Y ahí, cuando las cabezas entran en barrena, todo se tuerce. Por esa travesía del desierto transita ahora mismo el equipo.
Al Dépor de marzo se le complica cualquier partido, con independencia del rival o de los condicionantes del choque. Y, además, ningún factor externo cae de su lado. El cómico gol del Racing de Santander en Calahorra, otra vez sobre la bocina, torció la sonrisa del equipo cuando ya pensaba que tendría la primera oportunidad de reducir distancia con el líder. Desde ese momento el partido en Riazor volvía a tener, carácter de match ball. Por un lado, da la sensación de que el Racing se la puede pegar cada día; por otro, que está en ese momento en el que todo está de su parte. El problema es que el Deportivo bastante tiene con mirarse al ombligo.
Al final la supuesta revolución de Borja se quedó en la apuesta por la vuelta de Alex y la enésima prueba en el doble pivote. Le tocó esta vez salir de repente del ostracismo a Rafa de Vicente para coger la batuta del medio campo coruñés. No fue ese el problema. No estuvo mal, al contrario, dio energía y coherencia al juego del equipo. Nada que no se esperase del que pasaba por ser uno de los mejores pivotes de la categoría, Por lo demás, la defensa en la que confía (con Villares otra vez como parche en el mejor partido que le recuerdo en esa posición) y los tres de arriba que tiraron del equipo en la primera vuelta. Héctor demostró que a poco que esté bien físicamente es mejor defensa que Aguirre, y no peor atacante. Volvió a pisar campo contrario como hacía tiempo que no se le veía, y de un centro suyo llegó el gol, como tantas veces en la primera parte de la temporada. William tuvo algo más de éxito en su desborde que en los últimos partidos y Quiles volvió a parecerse al de la primera vuelta. La mejor noticia de la noche es que el andaluz volvió a sonreír, y el equipo a ver puerta. Pero hay muchas mas malas noticias que buenas.
Juergen, que fue el faro del equipo durante todo el año, está en el peor momento de la temporada. Ni la decisión de Borja de acercarlo al área parece funcionar. Al contrario, se le ve desubicado, baja demasiado al medio a tener contacto con la pelota lejos de donde puede hacer daño, y el juego combinativo del Deportivo en campo contrario sufre mucho. Sin Víctor ni Trilli el equipo pierde profundidad por la derecha y Quiles no encuentra socios que aprovechen sus movimientos hacia dentro. Una vez mas, un día cómodo incluso para una defensa débil como la de la Cultural, que concede muchos goles.
Con todo, el partido se le puso al Dépor de cara, y en vez de aprovecharlo, decidió pegarse un tiro en el pie. Toda la semana hablando del golpe que había supuesto la derrota en Badajoz, de lo concienciados de revertir la situación desde el compromiso y la intensidad, para regalar un balón en un córner y conceder un gol fácil otra vez. No fue un error de juego, ni de colocación, ni desde luego un acierto del rival, que es lo menos que se pide cuando concedes un gol. Fue un exceso de confianza de Lapeña imperdonable en el momento de la temporada y en la situación actual del Deportivo. Un golpe lo suficientemente fuerte para hundir al equipo y sembrar de nuevo las dudas.
Afortunadamente la pesadilla duró menos de cinco minutos. William volvió a demostrar que con espacios es un jugador muy peligroso y la Cultural por qué es uno de los equipos mas goleados de la categoría. El brasileño se deshizo de su par y cogió la autopista que llevaba directamente a la portería visitante. Penalti, y la sensación de alivio se mezcló en Riazor con el miedo de los que pensaban que Miku no estaba ni para marcar de penalti. Alex, haciendo un Azpilicueta, se encargó de custodiar el balón y soportar la presión. Miku esta vez eligió bien, y Quiles marcó. 2-1, media hora por delante con un jugador mas, un escenario impensable solo cinco minutos antes.
Y ahí es cuando Borja debería haber actuado y no lo hizo. Mantuvo en el campo a William hasta casi el final del choque cuando hacía minutos que no podía ni moverse. No refrescó el centro del campo en un momento que solo con dar tres pases seguidos la Cultural se descosía…
Y a Miku. El partido pedía a gritos que Noel entrase. Porque Noel ataca los espacios y espacio era lo que sobraba. Y sobre todo, porque Miku no está bien. Él lo sabe, la grada lo sabe y el entrenador lo tiene que saber. La única razón que se me ocurre para intentar entender la no decisión de Borja es que pensara que el escenario era propicio para que el venezolano acabase con su sequía goleadora, pero lo cierto es que le hizo un flaco favor a él y al equipo manteniéndolo en el campo. Sin amenazas arriba, la Cultural igualó en número de efectivos al Dépor en campo contrario, dominó la posesión y acabó el partido viviendo cerca del área contraria. Para colmo, el cuerpo de Miku dijo basta en el peor momento posible. La semana que viene posiblemente tendrá que ver el partido desde la grada, justo cuando Noel tiene que ir con la selección y el Dépor se va a ver solo con Quiles arriba para otro duelo a vida o muerte. Sin su delantero centro inamovible, Borja tendrá que buscar alternativas con jugadores que hasta el momento no entraron en sus planes. Solo queda el consuelo de pensar que, a veces, es de las situaciones de necesidad de donde surgen las soluciones mas inesperadas. Es el momento de Menudo, de Doncel o de Peke. Por su bien, y por el de todos, Borja tiene que tocar la tecla correcta esta vez.