Reaccionó el Deportivo para reencontrar la senda de la victoria. Y lo hizo en un duelo ante un Calahorra que plantó cara al cuadro blanquiazul. Le cortocircuitó con balón y jugó con la ansiedad de un Dépor que, en el descanso, sumó un punto más de agresividad a su juego contagiado por la entrada de William De Camargo. El ingreso del brasileño y la reubicación de Soriano fueron factores decisivos para que el equipo dirigido por Borja Jiménez cambiase la dinámica de un partido con muy mala pinta. Pero que, finalmente, se empezó a solucionar a balón parado. Un aspecto muchas veces fundamental para desatascar situaciones enquistadas, cuando el juego no basta.
El atasco
Echó mucho de menos el Deportivo a Juergen Elitim. El colombiano cumplía sanción y en su primer ausencia desde el inicio, Borja Jiménez tiró del doble pivote Bergantiños-Villares. Era, evidentemente, una medida más pensada para evitar las transiciones que tanto daño han hecho al equipo en los últimos encuentros que para construir. Y así se demostró. Con Quiles de mediapunta y Soriano y Menudo completando la segunda línea ofensiva pero partiendo de bandas, el Dépor se encontró un atasco morrocotudo.
Iniciaba el Dépor el juego con Álex lateralizándose para dar salida de tres y el otro mediocentro por delante, aunque sin intención de participar. El objetivo era limpiar el espacio para las apariciones de los mediapuntas. Pero ni el Calahorra se fue a buscar al Dépor, ni los encargados de recibir en posiciones adelantadas brillaron.
No fue de extrañar que Lapeña firmase su encuentro con mayor número de pases (94) y Jaime el segundo (94, por detrás de los 101 que dio hace un par de semanas contra el Real Unión), siempre según datos de Wyscout. No suele ser buena señal que los centrales intervengan tanto. Tampoco que lo haga Bergantiños. Entre los tres futbolistas encargados de iniciar el juego se pasaron el balón 102 de las 309 veces que lo hizo el Dépor antes del descanso. Mientras, Villares se quedaba muy lejos de la omnipresencia de Juergen, con solo cuatro envíos buscando progresar.
La salida desde atrás era difusa, pero a asentarse en campo contrario no ayudaron los mediapuntas, encargados de recibir muchos balones que se quedaron en nada. Quiles tan solo sumó 20 acciones de juego en el primer acto (43 en el segundo), mientras que Menudo perdió 11 de sus 14 duelos . No fue de extrañar su cambio al descanso, ya que tan solo la reubicación de Mario Soriano por dentro en el último tramo del primer acto permitió al Dépor ganar algo más de fluidez.
Un rival muy suelto
No le discutió la pelota el Calahorra al Dépor (63 a 47% de posesión en el primer tiempo), pues la intención del equipo calagurritano era provocar que el conjunto blanquiazul se equivocase a partir de su 4-5-1 en el que el extremo izquierdo, el delantero y el volante derecho ‘saltaban’ sobre Lapeña, Jaime y Álex. Pero una cosa fue su intención principal y otra muy diferente que el cuadro de Edu Docampo rechazase el cuero. Lo tuvo poco, pero bien. Ante un Dépor cuya máxima fue no desprotegerse en la última línea, el Calahorra se asoció.
Así, fueron varias las secuencias repetidas con el equipo visitante progresando a través del pase en Riazor. El Dépor no tiraba la línea arriba y el bloque riojano tenía tiempo y espacio para encontrar a sus hombres más adelantados. Desde las bandas, Madrazo y Manu Ramírez tiraron muchos apoyos y dieron continuidad al juego. Mientras, el equipo coruñés buscaba robar, pero prefería no desestructurarse y era poco agresivo en campo propio.
Cinco veces chutó el Calahorra en la primera parte. Las mismas que el Dépor. Pero más significativos fueron sus escasos nueve ataques posicionales, suficientes para generar cuatro remates. Es decir, el rival se prodigó poco en ataque. Pero cuando lo hizo, fue para avisar de que no era una comparsa. Aunque fuese con lanzamientos lejanos, lo que provocó que fuese uno de los equipos que menos goles esperados (la probabilidad de que una situación previa a un disparo acabe en gol) ha generado en una primera parte en Riazor: 0,14. Eso sí, sus chuts fueron buenos y no pasaron demasiado lejos del arco de Mackay.
Un paso adelante
Debía modificar cosas Borja Jiménez en el intermedio. Y lo hizo. Lo más plausible fue la introducción de William De Camargo, un futbolista tan condicionante para el rival como ‘guadianesco’. Tuvo un impacto total la entrada del brasileño, que estaba en uno de ‘sus’ días. Porque permitió al Dépor ser más vertical. Con una salida de tres un poco más ancha para provocar que los desplazamientos de los jugadores visitantes encargados de presionar fuesen mayores, el cuadro blanquiazul fue más agresivo con conducciones de Jaime o Lapeña y encontró más espacios. La intención era encontrar rápidamente el carril exterior. Principalmente, la izquierda, donde Aguirre, WDC y Soriano se juntaron a diferentes alturas y en diferentes pasillos para complementarse a la perfección.
Agitó más el partido el Dépor en el primer cuarto de hora del segundo tiempo y dio un paso adelante también en defensa, aunque eso le pudo costar caro. Pero al menos, el equipo timorato se quitó parte de las cadenas. Presionó más y mejor el Dépor y de dos fases sin pelota llegaron los dos goles. El de Quiles, consecuencia directa de la coordinación y esfuerzo del equipo.
Pero antes, el primer tanto, nació en una arriesgada presión tras pérdida de Villares la que provocó la falta del gol. Instalado como único mediocentro ante el ida y vuelta de Álex entre el doble pivote y el centro de la zaga, el de Vilalba no temporizó y permitió que Aguirre recuperase la pelota y fuese trabado.
El 1-0 que dio tranquilidad a un Deportivo que, con espacios, fue todavía más dañino por ese sector izquierdo en el que William tuvo éxito en cuatro de los seis regates que intentó y, además, sirvió un pase clave (que acabó en remate). Estuvo activo el brasileño con 37 acciones en sus 50 minutos de juego y un acierto del 62%, cuando su media de éxito se queda en el 50%.
Y por fin, el balón parado
Existe cierta sensación de que el Dépor es un equipo que sufre a balón parado y apenas genera peligro. Como cualquier impresión, se basa en que el cuadro blanquiazul ha recibido varias de las últimas ocasiones más claras a través de las jugadas de pelota quieta, pero la realidad dictamina -según datos recogidos por Wyscout- que al cuadro dirigido por Borja Jiménez apenas le rematan el 10,7% de córneres o faltas, mientras que el equipo blanquiazul finaliza un 11,7%.
Ante el Calahorra, el Deportivo solo concedió al rival dos remates en 26 acciones de balón parado, mientras que los blanquiazules remataron tres de 22. Pero más allá de la cantidad, está la calidad. Y es que el Dépor encontró en la pizarra la solución a su atasco. Ya en la primera mitad avisó con un cabezazo de Bergantiños, que se impuso haciendo buena la estrategia de arrancar desde fuera del área para atacar la defensa mixta de un Calahorra que sufría corriendo más que estando. Y eso se demostró en el gol de Lapeña, que ganó al espacio en la falta lateral que certificó un 1-0 que devolvió a los de Borja Jiménez la confianza en el plan.